Imaginemos que el Estado recibe el 1 de enero todos los ingresos que va a gestionar durante el resto del año. Si así fuese, ¿bastaría esto para cubrir el conjunto de compromisos de gasto asumidos por las Administraciones Públicas? La respuesta varía mucho dependiendo del país que analicemos pero, en el caso de España, lo cierto es que los recursos se agotarían el 9 de diciembre.
Tal fecha queda marcada como el Día de la Deuda. Este cálculo, realizado por el Instituto de Estudios Económicos en colaboración con el Instituto Económico Molinari de Francia, permite visibilizar el problema del excesivo endeudamiento de las Administraciones Públicas a partir de un simple ejercicio, que consiste en traducir el saldo presupuestario a un calendario.
Hay cinco países con un resultado peor que España: Chipre (que agota sus recursos el 26 de octubre), Francia y Rumanía (12 de noviembre), Italia (1 de diciembre) y Hungría (5 de diciembre). Hay otros once socios europeos que, aunque logran un mejor resultado que España, tienen déficit y tiran de deuda para acabar de financiar los gastos del año. Por último, once países se sitúan en un escenario de superávit, de modo que no deben financiar ningún gasto con deuda.
Déficit desbocado
La situación del déficit es mucho más preocupante en España que en la mayoría de nuestros socios comunitarios. En 2018, por ejemplo, el gobierno de Pedro Sánchez comunicó a Bruselas un descuadre equivalente al 2,5% del PIB, un nivel claramente superior al 0,7% de la UE-28 o al 0,5% de la Eurozona.
Aunque el año de mayor déficit de toda la serie reciente es 2009, con unos números rojos equivalentes al 11,3% del PIB, lo cierto es que el mayor diferencial del déficit español respecto del europeo se dio en 2012, cuando el promedio europeo era del 6,4% del PIB y nuestro país cerraba el año con un desfase del 10,7% del PIB. Ese gap se fue cerrando entre 2013 y 2017 pero, en 2018, volvió a aumentar. El motivo fue la nula progresión en la reducción del déficit: apenas cayó del 3% al 2,5% del PIB, coincidiendo con el relevo político que desalojó a Mariano Rajoy de la Moncloa y elevó al poder a Pedro Sánchez.
Si medimos la brecha entre ingresos y gastos en términos estrictamente monetarios, podemos ver que el pico se dio entre 2009 y 2012, cuando España enlazó cuatro ejercicios consecutivos en números rojos superiores a los 100.000 millones de euros. Entre 2012 y 2013 se produjo la mayor caída de la serie (38.905 millones menos de déficit), pero en los cursos siguientes se dieron correcciones más modestias (10.735 millones en 2014, 5.270 en 2015, 7.833 en 2016, 12.815 en 2017 y 4.643 en 2018).