Esta misma semana Libertad Digital publicaba un reportaje fotográfico con las ciudades más contaminadas del planeta. Ciudades en las que, añadía este reportaje, no encontraremos a la nueva apóstol del alarmismo climático, Greta Thumberg.
La mayor parte de las ciudades que aparecen en el reportaje están en la India, y esto es compatible con los datos que ofrecieron durante la jornada de este martes los científicos adscritos a las tesis climáticas del COP25. Según su tesis, las emisiones de gases contaminantes continúan creciendo a nivel mundial por la aportación que hacen países como China donde está previsto –siempre según estos científicos– que las emisiones aumenten un 2,6%. También India, donde suben a menor ritmo (un 1,8% según los científicos de la COP25) por el uso de combustibles fósiles para dotar de energía a su precaria economía.
Estos datos, que se recogen en el informe de Global Carbon Project (GCP) que se publica en tres artículos en las revistas Nature Climate Change, Environmental Research Letters y Earth System Science Data y será presentado este miércoles 4 de diciembre en la 25 Conferencia de las Partes de Cambio Climático de la ONU (COP25), recogen otros datos muy interesantes y que, curiosamente, rebate uno de los argumentos más repetidos por los agitadores de la propaganda climática: que es el capitalismo y el progreso lo que ataca el equilibrio natural del planeta.
EEUU y la UE
Bien. Siempre según este informe, las emisiones de gases contaminantes se han reducido de forma notable en los dos polos más desarrollados del planeta: EEUU y la Unión Europea. Los países de la vieja Europa han logrado reducir sus emisiones de forma constante un 1,4% anual en la última década y se prevé que disminuyan un 1,7% en 2019.
¿Qué ha sucedido en EEUU? Lo mismo: las emisiones se han reducido un 1,1% cada año desde el pico de 2005 y la tendencia continúa en 2019 con una disminución del 1,7%. Este informe culpa de esta caída en las emisiones por un retroceso del 10% de las emisiones por el menor uso del carbón, que ha sido reemplazado por el gas, energía eólica y solar.
No obstante, son muchos los científicos que señalan que el nivel de desarrollo de los diferentes países está íntimamente relacionado con la capacidad de unos u otros de reducir sus emisiones. Así, sirva Zimbabue como ejemplo, con datos de 2018, en este país las emisiones de CO2 han crecido 233 kilotoneladas, un 1,82% respecto a 2017, por las necesidades del país.
La inversión privada
Unos datos, los que ofrecen los propios informes que se exponen en el COP25 que contradicen el mensaje unánime de las protestas climáticas que señalan a los países capitalistas, a los países desarrollados y a las empresas que en ellos operan de ser los principales causantes de la contaminación en el planeta.
Lamentablemente, pese a que sus propios datos indiquen lo contrario, y como decía hace unos días el editorial de Libertad Digital, los liberticidas seguirán pidiendo acabar con el capitalismo y el desarrollo económico con la excusa del calentamiento global.
No obstante, la realidad es tozuda, y no sólo son los países más desarrollados los que, con el capitalismo y la libertad, han logrado reducir la contaminación y aumentar la huella verde que dejan en sus regiones, sino que sus empresas son las que más compromiso muestran con la reducción de la contaminación.
Este mismo miércoles la prensa recoge cómo empresas como Endesa, Repsol o Naturgy –antigua Gas Natural– han realizado saneamientos por valor de 11.000 millones de euros para ser más ecológicos al depreciar algunos de sus activos como las centrales de carbón, gas o las reservas de petróleo.
Energía nuclear
En esta estrategia está por ver cómo queda la energía nuclear, ya que se trata de una de las tecnologías de generación de energía eléctrica más seguras, limpias y constantes, proporcionando a los sistemas que las integran una capacidad básica que fortalece y abarata la red eléctrica y la protege contra apagones y mala gestión de los recursos energéticos.
No en vano, son muchos los ecologistas que alberga la cumbre del COP25 que insisten en sacar definitivamente la nuclear de los mixes de generación eléctrica. Por el contrario, parece que cada vez hay más científicos, como el mediático científico alemán Michael Shellenberger, quien se ciñen únicamente a los datos, a la tecnología y a la evidencia científica para destacar que la energía nuclear debería ser la que se impusiera en la estrategia de bajas emisiones y que, si no se hace, es por temores injustificados.