Cristobal Montoro ha sido, sin lugar a dudas, el peor ministro de Economía del PP y uno de los más dañinos en la reciente historia de España. Su gestión consistió fundamentalmente en esquilmar a las familias y empresas y en instilar el miedo en los contribuyentes con infames listas de la vergüenza. Para colmo y sin vergüenza, el arrogante ministro Montoro presumía de adelantar a la izquierda... por la extrema izquierda, con sablazos que ni siquiera contemplaban en sus programas formaciones como IU.
Entre recortar el gasto político o crujir a impuestos al contribuyente, especialmente al de clase media, Montoro fue el más sañudo defensor de lo segundo, para satisfacción de un Mariano Rajoy que utilizó la colosal mayoría absoluta que le habían confiado los españoles tras el calamitoso zapaterato para hacer cualquier cosa menos las reformas integrales que necesitaba la Nación, también en el ámbito económico.
Montoro perpetró el mayor incremento de la presión fiscal de la democracia. Por supuesto, lo hizo a traición, después de que su partido prometiera importantes bajadas de impuestos y desarrollar una auténtica alternativa al incompetente populismo socialdemócrata del PSOE de Rodríguez Zapatero.
Retirado de la política tras apostar por su semejante Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del PP, Montoro no solo no pide perdón a los contribuyentes a los que esquilmó y aterrorizó, sino que presume de su gestión, convencido de que no pudo ser más brillante. La fatal arrogancia de algunos es verdaderamente indignante.
Por si fuera poco, Montoro anda con ganas de meter el dedo en el ojo a quienes están tratando de resucitar al PP que dejaron en coma gente como él, Santamaría y Rajoy. Así, en contra de lo que viene defendiendo Pablo Casado, el notorio liberticida cree que no se debe prometer una bajada general de los impuestos ni, cuánta desfachatez, suprimirse Sucesiones y Patrimonio, tributos especialmente odiosos por trmenedamente injustos.
Para colmo, Montoro, socialista de todos los partidos menos del PP de Casado, niega que estemos a las puertas de una nueva crisis económica, con lo que no hace sino parecerse aún más a su nefasto colega Solbes, que se ganó su lugar en la historia de las infamias electoralistas en aquel célebre debate con Manuel Pizarro.
Como buen socialista, Montoro se alinea con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, otros enemigos de la libertad que también detestan el programa de Casado y apuestan por someter a unos ciudadanos que, a sus ojos, son esencialmente paganos. Dios los cría...