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EDITORIAL

Greta y sus explotadores quieren que volvamos a la caverna

Políticos, autoridades y empresas comulgarán con el dogma de la progresía climática y se unirán a la fiebre del ecotremendismo en la COP-25 de Madrid.

El catamarán de Greta Thunberg está a punto de llegar a Lisboa. La exniña sueca desembarcará en la capital portuguesa como si se tratara de un mesías al que se le ha encomendado salvar a la Humanidad de sí misma; una Humanidad saturada de capitalismo y contaminación.

El destino de la perturbada activista escandinava no es otro que Madrid, donde desde el próximo lunes se va a celebrar la COP-25, enésima pantomima ecotremendista. Políticos, autoridades y empresarios comulgarán con el dogma apocalíptico de la progresía más liberticida e insensata y, con el formidable altavoz de unos medios volcados de hoz y coz en el agitprop, volverán a instilar el miedo en una ciudadanía a la que, sin la menor vergüenza, pretenden abrumar con culpas que ni merece ni son suyas.

En España, los últimos datos del INE, publicados este mismo mes, confirman una realidad que silenciarán los que marionetean a la perturbada Greta y los medios de intoxicación masiva: la contaminación está cayendo en todos los países ricos. En concreto, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) disminuyeron en nuestro país un 2,3% en 2018 con respecto al año anterior, hasta las 340,7 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2). Se trata de una de las cifras más bajas de la última década; pero los liberticidas seguirán a lo suyo, a engañar a la gente diciéndole que estamos viviendo un auténtico infierno climático.

La nada ejemplar Greta Thunberg, que ha tenido la desfachatez de urgir a los adolescentes a dejar de estudiar porque, ante la inminencia del Apocalipsis, de nada les valdría formarse (eso es lo que está haciendo ella: dejar de formarse para ir bramando calamidades sin tener la más remota idea de lo que habla), va a tardar casi un mes en llegar a la Península Ibérica desde EEUU, a bordo de un catamarán de lujo que está fuera del alcance del 99% de la Humanidad. Junto con los multimillonarios australianos propietarios de la embarcación, pretende estar dando una lección de compromiso. ¿Compromiso con qué? ¿Pretenden Greta y sus explotadores que la gente deje de utilizar los aviones para cruzar el Atlántico? ¿Qué sólo quienes, como la histérica exniña sueca, no tienen la menor obligación para con nadie puedan viajar de una punta a otra del planeta? Verdaderamente, aquí los criminales no son quienes viajan de Madrid a Nueva York en avión en apenas unas horas, por cuestiones laborales, comerciales... o del tipo que sean: sólo faltaría que a estas alturas un ciudadano normal y corriente y cosido a impuestos tuviera que justificarse ante una quinceañera neoinquisidora.

Lo bochornoso, indignante y extremadamente peligroso es que los Estados están empezando a comprar el discurso de esta banda de ungidos que maldicen las sociedades que les permiten vivir tan extraordinariamente. Así, Francia y Alemania se han sumado a esta demencial guerra contra los vuelos y preparan nuevos impuestos a los viajes en avión, así como –el colmo del totalitarismo cool– un cupo anual de desplazamientos. En España, políticos buenos para nada como Íñigo Errejón y Ada Colau, que tienen una relación con la vida productiva muy parecida a la de la exniña Thunberg, han manifestado su entusiasmo ante este atropello escandaloso y, ya de paso, puesto en la diana el denominado consumismo, que por supuesto no es lo que practican ellos cuando compran, sino lo que hacen los demás. "El infierno son los otros", que diría el execrable Jean-Paul Sartre, otro experto en vivir a cuerpo de rey a costa de las sociedades que tanto despreciaba. No: el infierno son estos sujetos tan peligrosos y los mamarrachos que han empapelado este viernes Madrid contra el Black Friday.

Mientras el totalitarismo verde pretende enviar a los ciudadanos a las cavernas, su mefítica demagogia asalta el Parlamento Europeo, que ha declarado la "emergencia climática" en una resolución aberrante, que ha contado con 429 votos a favor, 225 en contra y 19 abstenciones. Tremendo. Y luego la UE pretende presentarse como la plasmación más acabada de los ideales de la Ilustración. Esta Europa tan pagada de sí misma es actualmente más bien un ejemplo formidable de ceguera voluntaria. Normal que cada vez influya menos en el mundo y que cada vez de la tome menos en serio.

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