El PIB catalán crecerá mucho menos de lo esperado este 2019. Si en junio se estimaba que el aumento de la producción en la región mediterránea alcanzaría una tasa del 2%, ahora se plantea un escenario de mejora del 1,6%. Son datos del servicio de estudios de BBVA que confirman el parón económico asociado a la incertidumbre política despertada por el pulso independentista.
Tras conocerse la sentencia que condena a los líderes separatistas por los actos sediciosos de octubre de 2017, las capitales y carreteras de la región han vivido una oleada de protestas violentas que han deprimido el consumo e impedido el mantenimiento normalizado de la producción y la inversión. Lo segundo es difícil de medir en el corto plazo, pero lo primero se puede adelantar con cifras de ventas de las terminales de puntos de venta que posee BBVA en Cataluña.
Ese análisis sintético y de big data constata que, tras el estallido de las protestas violentas, el gasto pagado con tarjetas por los consumidores catalanes se redujo un 5% en comparación con el pasado año. En el caso de los visitantes de otras regiones o países, la contracción fue del 15% en términos interanuales. De hecho, en los días de mayor tensión se llegó a comprobar un desplome del gasto del 15% entre los consumidores catalanes y del 30% entre el resto de compradores que pasaron por la región.
Así cae el consumo en Cataluña por los disturbios: las ventas de restaurantes o comercios se han desplomado en 430 millones https://t.co/jtMrWGyxFH pic.twitter.com/jkxiCYIl1s
— Diego de la Cruz (@diegodelacruz) November 21, 2019
Las fuertes caídas del gasto se traducen en una caída del PIB autonómico que, según los cálculos de BBVA, han reducido el crecimiento de Cataluña en 430 millones de euros. En paralelo, el empleo sigue viéndose afectado: durante los dos últimos años, en plena tensión territorial, Cataluña ha creado 30.000 puestos de trabajo menos de lo previsto.
Otros indicadores teñidos de rojo
El impacto de las protestas es aún mayor si consideramos otras cuestiones, como por ejemplo la fuerte caída del turismo nacional que elige Cataluña como destino. Desde septiembre de 2017, los viajeros nacionales que se desplazan a la región mediterránea han caído un 4,2%. La mayoría de los turistas perdidos terminan optando por trasladarse a Andalucía o Comunidad Valenciana, que aumentan la llegada de turistas nacionales un 13,8% y un 5,1% durante el mismo periodo.
Por otro lado, los datos de inversión extranjera apuntan a descensos de la entrada de capitales foráneos, un indicador que ha llegado a caer un 60%, mientras que las cifras referidas a la caída del ritmo de crecimiento estiman el empobrecimiento generado por el separatismo en la friolera de 4,4 puntos de PIB (unos 1.358 euros por catalán).
Y, no lo olvidemos, la industria del transporte ha sufrido un fuerte parón en su actividad durante las últimas semanas, a raíz de los cortes de la circulación en infraestructuras como la AP-7, una autopista vital para las exportaciones (gestiona el 30% de la entrada y salida de bienes vendidos o comprados a Europa) que ha sido cortada violentamente por los CDR (con pérdidas de unos 25 millones de euros al año).