Uno de los mantras más repetidos en los últimos tiempos por los socialistas de todos los partidos y todos los países, es que las grandes empresas tecnológicas no pagan suficientes impuestos. Que no hacen su "justa aportación" a la sociedad.
Es paradójico que, casi siempre, ese mantra se difunda, de forma gratuita, a través de Facebook, Whatsapp, Twitter o Instagram, o en artículos y blogs que se encuentran gracias a Google o Bing, que se leen en tablets y smartphones comprados en Amazon.
La mentalidad estatista de los socialistas de todos los partidos les hace pensar que solo los impuestos son una contribución a la sociedad. Creen que solo el Estado puede actuar en favor de una sociedad más inclusiva.
La realidad es bien distinta. En primer lugar, las grandes empresas tecnológicas (las antes mencionadas, más Apple, Microsoft y Netflix) brindan más de un millón de empleos en todo el mundo. Empleos que cumplen las leyes laborales y por los cuales se pagan las correspondientes contribuciones sociales.
Mucho más importante que esos empleos (que de por sí ya son una aportación muy significativa) es que esas empresas han cambiado la vida de la gente común para bien. Los autónomos y microempresas disponen de correos electrónicos gratuitos y herramientas que les permiten anunciar sus productos de forma barata y efectiva. Los buscadores gratuitos permiten a los consumidores comparar alternativas sin moverse de su casa, lo que les ayuda a sacar un mayor partido a su dinero. El fomento de la competencia, aunque muy exigente en el día a día, en especial para pequeños comerciantes, contribuye a mantener baja la inflación y, así, sostiene el valor de salarios y pensiones.
Podemos saber cómo movernos en cualquier ciudad del mundo gracias a las instrucciones que recibimos en nuestro móvil y guardamos nuestras fotos, gratis, en la nube. Numerosas personas han encontrado una forma de autoempleo gracias a YouTube y autores de todo tipo tienen más fácil que nunca editar de forma electrónica y distribuir sus libros. La información circula de manera libre, favoreciendo una sociedad más democrática. De manera gratuita, las grandes tecnológicas han ayudado a que la sociedad civil recupere poder y a que los políticos y gobernantes estén más controlados que nunca. Tal vez esta sea la razón última de la inquina de los gobiernos hacia estas empresas.
No hay que perder de vista que, si pagaran mayores impuestos, muchos de los servicios que las grandes empresas tecnológicas hoy ofrecen de manera gratuita podrían pasar a ser cobrados. ¿Y entonces qué pasaría? Que solo ganarían los Estados, que aumentarían la recaudación tributaria, mientras perderían los millones de personas que deberían pagar por esos servicios. Se limitaría así el acceso a herramientas de gran utilidad y la sociedad sería menos libre. Además, se pondría un obstáculo a la innovación.
Para los estatistas, cualquier síntoma de prosperidad es un hecho imponible. En su criterio, siempre es posible cobrar un poco más de impuestos. Por eso, cualquier contribución siempre les parecerá escasa e injusta. Sea cual fuere la cantidad de impuestos que pagan estas empresas, su contribución positiva a la sociedad es enorme.
Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)