Ada Colau le ha declarado la "guerra" al transporte aéreo. En un acto celebrado el pasado 13 de octubre con el alcalde de El Prat de Llobregat, la alcaldesa de Barcelona propuso "restringir el crecimiento de los aeropuertos" y "limitar los vuelos en avión" como parte de una estrategia "contra la emergencia climática".
En opinión de la regidora de la capital autonómica catalana, "hay que reorganizar y racionalizar los vuelos nacionales. Hay desplazamientos como el de Barcelona-Madrid que se pueden hacer perfectamente en tren. Debemos centrar el debate en los aeropuertos, porque no es posible plantear el crecimiento ilimitado de estas infraestructuras".
Colau ha lamentado que, "aunque Pedro Sánchez dice que quiere luchar contra la emergencia climática, estamos viendo que también habla de pactar con el PP o con Ciudadanos, que nunca hablarán de limitar los vuelos en avión". En la misma línea, la alcaldesa de la Ciudad Condal ha pedido "subvencionar el transporte ferroviario en vez de hacerlo con el diésel".
Pero la dirigente de En Común Podemos no está sola: Íñigo Errejón, líder de Más País, concurre a las elecciones del próximo 10 de noviembre con el firme compromiso de poner coto a los viajes en avión. Así lo explica el programa de su formación:
"Cada viaje en tren de alta velocidad contamina veinte veces menos que un viaje en avión. Debemos hacer del tren el elemento vertebrador del transporte en nuestro país: mejorando las redes de cercanías, alcanzando la electrificación total de la red, desarrollando proyectos como el corredor mediterráneo, el corredor Atlántico o el tren a Extremadura y rehaciendo la estructura tarifaria de RENFE".
"Para ello limitaremos los vuelos peninsulares para los cuales exista una alternativa competitiva en tren. Primero, retirando los privilegios fiscales de la aviación: aumentando el IVA de los billetes, gravando el impuesto al queroseno de los vuelos peninsulares, mediante la posibilidad de una tasa adicional a los billetes de avión como la que ha establecido Alemania y, finalmente, planteando la limitación progresiva de dichos vuelos, usando cuando sea posible la recaudación para subvencionar y reducir el precio de los billetes del transporte ferroviario de pasajeros".
Reducción escasa de la temperatura global
¿Qué consecuencias tendría implantar las medidas propuestas por Ada Colau e Íñigo Errejón? ¿Acaso lograrían avances incontestables en materia medioambiental? Nada más lejos de la realidad. Como ha explicado Bjorn Lomborg, los modelos climáticos estiman que acabar con todo el transporte aéreo a nivel mundial tendría un impacto marginal en la temperatura global.
Para ser precisos, la reducción de la temperatura global sería de apenas 0,05 grados centígrados durante el próximo siglo o, lo que es lo mismo, los escenarios climáticos más adversos se retrasarían solamente un año con respecto a un escenario en el que los aviones siguen volando con normalidad.
Desastre económico
No podemos obviar, por otro lado, el enorme coste económico que tendría una decisión así. Solo en España, los aeropuertos mueven a casi 250 millones de pasajeros, de los cuales el 70% procedía o tenía como destino otro país. A esta cifra hay que sumarle el transporte de mercancías, que ronda los 900 millones de toneladas al año y facilita enormemente la importación y exportación de bienes.
Obviamente, todo ese movimiento de personas y mercancías tiene un efecto muy positivo para la economía. Foro Regulación Inteligente ha estimado que la aportación directa del sector aéreo al PIB español ronda los 30.000 millones de euros, una cifra que supone más del 2,5% de la producción económica anual de nuestro país. Esta cifra incorpora 15.000 millones ligados a la gestión de los vuelos, 10.000 millones vinculados a las cadenas de suministro o 5.000 millones de impacto indirecto en otras ramas de actividad.
Pero, como es lógico, el sector aéreo facilita también la actividad turística, de manera que su aportación al PIB se eleva en otros 90.000 millones de euros cuando tenemos en cuenta la fracción del turismo que se canaliza a través de los viajes aéreos. Si a esta cifra le sumamos el impacto indirecto e inducido de dicha actividad, el efecto total se eleva a 120.000 millones.
En términos de empleo, el sector aéreo sostiene a 204.000 personas de forma directa, a 140.000 en sus cadenas de suministro y a 82.000 ocupados en sectores beneficiados indirectamente. A dicha cifra se le suman 1,1 millones de asalariados que deben su ocupación al turismo que llega por vía aérea.
Soluciones de mercado
La industria aérea lleva décadas mejorando sus ratios de eficiencia en el uso de combustible. Si tomamos como referencia los aviones comerciales más importantes de los años 50 y 60 y los comparamos con los modelos más comunes en la actualidad, vemos que su consumo energético es ahora entre cuatro y seis veces más bajo. Lejos de reconocer estos avances, Colau y Errejón abogan por acabar progresivamente con la actividad sectorial, con el consecuente colapso económico que supondría esta medida.
No hay que olvidar, por otro lado, que las trabas regulatorias actúan contra la reducción de emisiones contaminantes. Así, la fragmentación del espacio aéreo encarece en 3.200 millones los costes del sector. Un marco común para toda Europa reduciría los tiempos de vuelo hasta un 6%, bajando también las emisiones de CO2 hasta 1,6 toneladas por trayecto.