El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, publicó la semana pasada un extenso artículo en el diario Expansión en el que repasaba el momento económico actual, su visión de gobierno y los retos a los que se enfrenta nuestro país a medio plazo. El artículo pasó desapercibido, como no podía ser de otra manera, ante una colección de vaguedades, reflexiones inconexas y, sobre todo, falsedades.
Pero el castillo de Sánchez se deshace. Sólo los datos de la última EPA y de Contabilidad Nacional publicados ayer jueves podrían ser suficientes para desmontar uno a uno sus argumentos. Pero hay más. Vayamos por partes
1. España crece cada vez menos y a cuenta de todos
Nuestro presidente del Gobierno vuelve al mantra de "crecemos por encima de la media de la UE" que le sirvió, aunque sólo a medias, en las últimas elecciones generales. Ahora, los datos de Contabilidad Nacional son claros porque la desaceleración económica ha llegado para quedarse. El crecimiento, tanto en términos trimestrales como interanuales es el mismo que en el segundo trimestre del año, pero caemos con respecto al mismo trimestre del 2018. Concretamente, 2 décimas en términos interanuales y 1 décima en términos trimestrales.
El tercer trimestre, por definición, tiene un componente estacional al alza, dado que ahí se concentran meses de elevada actividad económica por los meses de verano. El año pasado crecimos un 0,5% trimestral durante el segundo y tercer trimestre. Este año ha sido del 0,4%. El próximo presidente del Gobierno se vanagloriará si conseguimos crecer por encima del 2%.
Viendo el análisis por componentes, observamos, adicionalmente, que el mix de crecimiento cambia notablemente con respecto al año pasado. Frente a un crecimiento equilibrado entre el el consumo de los hogares y el del sector público, este año se dispara el segundo hasta el 2,5% interanual, y los primeros se mantienen estancados en el 1,7%.
La debilidad en la demanda interna, por último, también se refleja en unas importaciones que crecen al 2% tras un segundo trimestre en el que decrecían. Estamos en una tasa que es 5 décimas menor que en el tercer trimestre de 2018 y se parece más a un dato atípico que a un cambio de tendencia.
En el análisis sectorial la lectura tampoco mejora: el sector de la construcción de viviendas, uno de los más ligados al ciclo económico, se desploma un -2,6% trimestral.
Datos nada halagüeños para un Ejecutivo que pretende sacar pecho de su gestión económica en un medio nacional y en medio de unas elecciones generales. No hay nada positivo en la economía tras un año de Gobierno socialista:
-
El incremento de la productividad de la que tanto oirán hablar a los palmeros de Sánchez en los próximos días tiene más que ver con un desplome de la ocupación, que vuelve a niveles de 2014 (efecto denominador)
-
El incremento del SMI del 22% ha dejado huella en el sector agrícola, que lleva destruyendo empleo tres trimestres consecutivos
-
La Formación bruta de capital fijo, el indicador que refleja con más veracidad las perspectivas en el medio plazo, se desploma hasta el 2,3% interanual, frente a 6,1% del tercer trimestre de 2018.
La realidad es que crecemos por encima de la media de la Unión Europea, pero con una economía dopada. Crecemos un poco por encima de la media de la UE, y tenemos un déficit muy por encima de nuestros socios.
2. Empleo, "justicia social" e impuestos
El presidente en funciones afirma, en un medio de reconocido prestigio, que "la economía sigue creando empleo (346.000 en el último año), hemos alcanzado un récord de 12,3 millones de personas asalariadas con contrato indefinido y el paro ha caído por debajo del 14%, la menor tasa desde 2008".
Y lo dice sólo unos días después de la peor EPA desde 2012. Una encuesta que refleja que ya se está destruyendo empleo de facto (la creación del sector privado fue la misma que la del público) y que anota el segundo incremento en la tasa de paro desestacionalizado consecutivo.
La justicia social, señor Sánchez, es permitir que las empresas puedan garantizar empleo hoy y dentro de 10 años, y no cortar el grifo cuando deje quebradas las arcas públicas, como tradicionalmente ha hecho su partido.
3. Cuentas públicas
Es curiosa la forma que tiene Sánchez de apropiarse logros que, en ningún caso, son suyos. Concretamente, saca pecho de una reducción del déficit del 3,1% sobre el PIB en 2017 al 2,5% en 2018. Una reducción que:
- Fue obra del PP, al menos, hasta mitad de año.
- Quedó inacabada; el acuerdo con Bruselas reflejaba un descenso hasta el 2% e incumplieron en medio punto.
De hecho, haciendo memoria, el PSOE dejó quebrada la Seguridad Social en el mandato de González y un agujero de 100.000 millones con Zapatero. Ahora, Sánchez y su Green New Deal va por el camino, a la luz de los últimos datos de IGAE, que mantiene una desviación del déficit de casi 1 décima con respecto al año pasado.
Es una irresponsabilidad hablar de unas cuentas públicas saneadas y del peso de la deuda pública mientras llenas mítines prometiendo un gasto público descontrolado. Además, no hay que olvidar que el Gobierno ha recibido una carta de la Comisión Europea advirtiendo que en 2020 cuadruplica el umbral de gasto permitido. Los intereses de deuda son consecuencia de políticas como la que está planteando Sánchez en el pasado. Dicho de otra manera, trasladar el problema a las generaciones futuras.
Y, de nuevo, vuelta a las medallas ajenas. Saca pecho de la reducción del peso de la factura por intereses, cuando ha sido una tónica generalizada en toda la Unión Europea como consecuencia de las políticas monetarias expansivas y los tipos de interés por debajo del 0%. Estamos hablando de 140.000 millones para toda Europa, un 0,25% de su PIB, que, en el caso español podrían haberse destinado a reducir el déficit, e incluso lograr superávit. Y, sin embargo, se han ido financiando una estructura estatal cuyo principal objetivo es preservar el status quo y mantener un inmovilismo que nos acabará destruyendo. Al parecer, por obra y gracia de Sánchez y no de Draghi.
4. Cohesión territorial
El presidente del Gobierno hace gala de la cohesión territorial sólo unos días antes de llevar a cabo el mayor atentado contra la autonomía regional y contra la vertebración del país de la democracia. El socialismo necesita de la pobreza para vivir y por eso crea miles de ellos cada año. Incluso, llevándose por delante a las regiones más prósperas.
Nuestro presidente del gobierno piensa que el crecimiento de reductos socialistas como Asturias tiene que ser a costa de los modelos que funcionan, y no tiene reparos en criticar públicamente a los buenos gestores, en favor de quienes solamente quieren repartir migajas. Frente al socialismo y al estancamiento, libertad.
5. Paradigma económico
Hay que reparar también, en su visión de un mundo en el que el peso del sector público, tanto en términos fiscales como monetarios, es el mayor de toda la historia y, sin embargo, para nuestro presidente, avanzamos hacia un "debilitamiento del Estado"" Algo propio del socialismo más sectario: el enemigo externo.
Esto, que lo diga alguien que ha permitido que Uber o Cabify salgan de Barcelona o que ha echado a Google de España en favor de Portugal, ofende. Porque lo que él denomina ·revolución tecnológica· no es más que la evolución que hemos vivido a lo largo de toda la historia. Y hay que afrontarla como tal: con libertad. Ni es una amenaza para el empleo, ni la tributación a las máquinas dejará de ser una doble tributación para un empresario ya ahogado por la elevada fiscalidad española.
Lo más coherente que ha dicho Sánchez es que "nuestro país tiene que contar cuanto antes con un Ejecutivo fuerte". Pero no del PSOE.