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Manuel Llamas

Sánchez resucita el peor legado de Zapatero: Guerra Civil, paro y déficit

Tras un lustro de recuperación económica, el mandato de Sánchez ya se está traduciendo en destrucción de empleo y un nuevo incremento del déficit.

Tras un lustro de recuperación económica, el mandato de Sánchez ya se está traduciendo en destrucción de empleo y un nuevo incremento del déficit.

El mandato que ejerció en su día el socialista José Luis Rodríguez Zapatero desde 2004 a 2011 todavía pesa cual losa sobre la memoria y, sobre todo, el bolsillo de millones de españoles, ya que, además de agravar hasta límites insospechados la mayor crisis económica de las últimas décadas, puso punto y final al espíritu de reconciliación y concordia que permitió alumbrar la Transición democrática y su principal fruto, la Constitución de 1978.

Su aberrante Ley de Memoria Histórica, concebida explícitamente para desenterrar las profundas heridas que dejó tras de sí la Guerra Civil con el único fin de ganar votos en tiempos de bonanza, fue seguida, a continuación, por la mayor destrucción de empleo que ha conocido España desde la posguerra, tras desaparecer cerca de 3 millones de puestos de trabajo, equivalentes al 16% de la ocupación total, y sufrir uno de los mayores deterioros fiscales del mundo desarrollado, con 12 puntos del PIB (más de 120.000 millones de euros) entre 2007 y 2011. Éste es, a grandes rasgos, junto con el auge del feminismo radical, el peor legado que dejó en herencia Zapatero. Se trata, sin duda, de una tarea difícil de superar, pero su sucesor al frente del PSOE y actual presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, está cosechando méritos para, al menos, recuperar esa particular senda.

El esperpéntico espectáculo que ofreció el pasado jueves con el desentierro, traslado y sepultura dictada a dedo de los restos de Franco, bajo el colosal despliegue llevado a cabo por la televisión pública, es la mayor prueba de que el guerracivilismo del PSOE sigue muy vivo bajo la batuta de Sánchez. Su obsesión por enfrentar a la sociedad civil en dos bandos, el "trifachito" y el resto, los únicos "demócratas" auténticos y legítimos, según la izquierda, es un error histórico que, más temprano que tarde, acabará agrietando la fructífera y estable convivencia social que ha disfrutado el país durante estos 40 años de vigencia constitucional. Zapatero abrió la veda y Sánchez la está ejecutando.

El problema es que, además, en apenas un año y medio en el poder, Sánchez también está resucitando dos de las peores sombras económicas que dejó tras de sí el exmandatario socialista: el paro y el déficit. En cuanto al primero, basta observar la última Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al tercer trimestre, para percatarse de que el mercado laboral acaba de registrar un preocupante punto de inflexión. El fin del verano se saldó con 16.200 desempleados menos y 69.400 ocupados más con respecto al segundo trimestre, sus peores cifras desde 2012 y 2013, respectivamente, cuando la economía nacional todavía estaba en plena recesión.

Sin embargo, el resultado es aún peor de lo que parece a primera vista por dos motivos. En primer lugar, porque la creación de empleo, siendo ya escasa, se reparte a partes iguales entre el sector público y el privado, a diferencia de lo que venía sucediendo en los últimos años. En concreto, la generación de puestos en el ámbito privado se ha desplomado un 74% en el último año y es un 50% inferior al ritmo registrado en el tercer trimestre de 2013.

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Y, en segundo término, porque, una vez descontado el efecto estacional para analizar los datos de forma homogénea a lo largo de todo el año, la ocupación total no sólo se estanca, sino que el sector privado acaba de destruir 8.300 empleos, lo cual no sucedía desde el tercer trimestre de 2013, momento a partir del cual la economía empezó a levantar cabeza.

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Si a todo ello se le suma que es el segundo trimestre consecutivo que crece el paro desestacionalizado, el panorama que arroja el mercado laboral no es nada alentador, especialmente si se tiene en cuenta la actual desaceleración económica. Si el PIB crece por debajo del 1,5% en 2020, cosa nada descartable a la vista de su reciente evolución, será muy difícil que siga bajando la tasa de paro, anclada hoy en el 14%. Iniciar un nuevo período de estancamiento o recesión con más de 3 millones de desempleados es un drama.

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Por último, aunque no menos importante, el primer año de Sánchez en el Gobierno se ha saldado con el primer incremento del gasto público sobre el PIB desde el fatídico 2012, al subir del 41% en 2017 al 41,3% en 2018. Asimismo, el déficit, lejos de descender, está aumentando, tras subir un 18% interanual hasta el pasado junio, rondando ya los 26.700 millones de euros, equivalentes al 2,14% del PIB, frente al 1,88% de hace un año. Y la razón de este desajuste no es otra que el fuerte avance que está experimentando el gasto, a un ritmo del 6% interanual, el más alto desde el tercer trimestre de 2009.

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Como resultado, España no sólo incumplirá el objetivo de déficit marcado para este año (1,3%) y el siguiente (0,5%), sino que corre el riesgo incluso de superar el agujero cosechado en 2018 (2,5% del PIB), lo cual no sucedía desde 2012. De hecho, el déficit estructural, una vez eliminados el pago de intereses y factores coyunturales, que es lo que realmente importa, terminará el presente ejercicio con una subida del 0,2% del PIB, según las últimas estimaciones de BBVA Research. En definitiva, España vuelve a las andadas de la mano del PSOE.

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