Cada vez hay más empresas preocupadas por el impacto que su actividad puede tener en la sociedad. Y cada vez se es más consciente de la importancia que tiene que todos y cada uno de los trabajadores de una compañía se sientan realizados con su trabajo, identificados con su compañía, estrechen lazos con sus compañeros y sientan que lo que hacen tiene una trascendencia especial. La unión de estos factores ha desembocado en una nueva estrategia empresarial que genera un beneficio directo en miles de ciudadanos: el voluntariado corporativo.
Los programas de voluntariado de las empresas nacen de un cambio en el perfil del trabajador actual. Al empleado ya no le basta cumplir su jornada y sus objetivos. El trabajador recién llegado a una gran empresa trae en la mochila nuevos objetivos, entre los que están sentirse parte de la compañía e identificarse con sus valores, y percibir que lo que hacen repercute de algún modo en la sociedad. Las grandes empresas, cada vez más volcadas en la vertiente social y más conscientes de los beneficios que su actividad puede generar en la comunidad, están sacando partido de estos cambios promoviendo voluntariados que movilizan, sobre todo, a sus trabajadores más jóvenes, deseosos de sentirse parte de algo que va más allá de su día a día.
Hay programas de todo tipo, relacionados con distintos colectivos y necesidades, concentrados en el tiempo o con una duración prolongada. Los participantes suelen decir que reciben más de lo que dan, y es verdad: además de sentirse útiles por el impacto social que ven que tiene su trabajo, desarrollan otro tipo de ventajas muy vinculadas a su propia situación laboral: estrechan lazos con sus compañeros, desarrollan sus habilidades sociales y de grupo, aumentan su motivación, salen de su "zona de confort"…
La empresa, mientras, refuerza su imagen corporativa, consigue convertir la vertiente social en uno de sus pilares y logra una mayor identificación de los empleados con la compañía, algo que puede repercutir en la productividad y en el clima laboral.
En España hay cientos de proyectos de este tipo, algo que ha multiplicado el número de voluntarios de nuestro país. Muchos descubren gracias a la experiencia facilitada por su empresa que ser voluntario es algo que les llena y continúan su labor más allá de su trabajo. Los beneficios para la sociedad son múltiples y además, se trata de una iniciativa que va a más: cada vez más compañías están concienciadas de lo mucho que pueden hacer por su comunidad.
Un ejemplo de voluntariado corporativo es el que lleva promoviendo Banco Santander desde 2011. En 2018, un total de 66.617 empleados -3.930 de Estados Unidos, 17.579 de Europa y 45.108 de Sudamérica- se involucraron en programas de voluntariado respondiendo así al objetivo del grupo de contribuir al progreso de la sociedad. Sólo en la Ciudad Financiera de Madrid, más de 2.000 trabajadores se han sumado a proyectos de voluntariado que han ayudado de forma directa a más de 14.000 personas. Los programas se han centrado en educación financiera, mentoring y coaching de colectivos en riesgo de exclusión con el fin de reducir el abandono escolar y mejorar su empleabilidad. En otros países, los trabajadores se han implicado en proyectos vinculados a la educación, el medio ambiente o la construcción de viviendas sociales, todos ellos muy pegadas a la realidad local.
Además, Banco Santander ha dado un paso más en 2018 con el lanzamiento de un voluntariado profesional o pro-bono en el centro corporativo de la entidad, enfocado en la mejora de la gestión de las ONG. En esta edición han participado 75 voluntarios que han dedicado 400 horas a ayudar a ocho ONG a superar sus dificultades diarias relacionadas con la organización, captación de socios, innovación en los procesos o comunicación.
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