Inés Gregorio es analista del Centro de Investigación del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Católica de Portugal. Para conocer con mayor detalle la realidad económica de nuestro país vecino, Libre Mercado se ha entrevistado con ella en el marco de la Universidad de Verano del Instituto Juan de Mariana, celebrada a las afueras de Madrid, en El Escorial.
¿Por qué acabó Portugal al borde de la quiebra?
Portugal entra en crisis porque, después de muchos años de decisiones cortoplacistas, el dinero se acabó. Nuestra economía se endeudó en exceso, por el lado privado y especialmente el público. La entrada en la Eurozona abarató el acceso a crédito y mejoró la entrada de capitales, de modo que durante varios años caló una falsa idea de prosperidad, una sensación de que estábamos enriqueciéndonos de forma estructural, cuando realmente todo fue una ilusión.
¿Mejoró la economía cuando gobernó el conservador Passos Coelho?
En los años de Passos Coelho se tomaron medidas que contribuyeron a mejorar la situación, pero en mi opinión no se adoptaron todas las reformas estructurales que estaban pendientes. Muchas cosas se hicieron a medias. Por ejemplo, se recortaban programas de gasto que, en realidad, se tenían que eliminar por completo. Otro ejemplo son los cambios en el mercado de trabajo, donde se redujo el peso de la negociación colectiva pero no se terminaron con todas las rigideces existentes. Pero, al menos, dejó un déficit reducido, que de hecho un año después de su salida alcanzó el menor nivel de la historia de la democracia portuguesa.
António Costa mantiene parte de los ajustes que aprobó la derecha y que tanto había criticado desde la oposición. ¿Es un pragmático, es un cínico…?
António Costa es una mezcla de pragmatismo y cinismo. Ha mantenido en pie las medidas más necesarias y urgentes que se introdujeron en los años de Passos Coelho, pero también ha revertido cuestiones como la moderación salarial. Por otro lado, su Gobierno se ha beneficiado de la mejora de la economía internacional, de los programas del Banco Central Europeo que han reducido el pago por intereses de la deuda, etc.
¿Cómo está hoy la economía de Portugal?
Hay una sensación de que la economía portuguesa está mejor. El consumo privado se ha animado, como se puede ver en los indicadores de confianza pero también en las cifras de venta de inmuebles, de automóviles y otros bienes o servicios. Pero, con el paso del tiempo, esa aparente mejora se puede venir abajo, porque Costa no ha seguido haciendo reformas, su único mérito sería el haber dejado en pie los ajustes más relevantes de Passos Coelho, que de hecho eran medidas que el Partido Socialista había demonizado antes de regresar al Gobierno.
¿Cómo está el estado del bienestar portugués? La izquierda española pone como ejemplo al país vecino.
Existe un problema serio en los servicios básicos: educación, sanidad… Precisamente en esos campos en los que la izquierda centra parte de su discurso, el deterioro es más que notable. Por otro lado, hay un problema cada vez más grave con las pensiones. Nuestra situación no es como la española, pero sí se dice que en menos de veinte años llegaremos a un punto similar. Hay que reformar la Seguridad Social y mejorar el sistema de pensiones.
¿Qué otros retos pendientes tiene Portugal?
Nuestro sistema político es excesivamente centralista y eso tampoco es bueno. Los Ayuntamientos deberían tener más poder para gestionar cuestiones que hoy en día siguen dependiendo de Lisboa en vez de colgar de las autoridades locales.