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Iván Martín

¿Estamos al borde de un cambio de tendencia en bolsa?

Hay síntomas claros que apuntan a que la burbuja de flujos de capital hacia compañías que no ganan dinero podría haber llegado a su fin.

Hay síntomas claros que apuntan a que la burbuja de flujos de capital hacia compañías que no ganan dinero podría haber llegado a su fin.
Analista de finanzas | Efe

En ocasiones nos encontramos con situaciones donde el inversor comienza a preocuparse seriamente por la complejidad de la coyuntura actual, con "tanto ruido de recesión a la vuelta de la esquina", de tal manera que uno no está dispuesto a "asumir tanto riesgo" con sus inversiones.

Si estamos de acuerdo en que riesgo es enfrentarse a la posibilidad de perder dinero y no recuperarlo, entonces, invertir actualmente en bonos y empresas momentum (pensando que son seguras) podría catalogarse como una de las decisiones más arriesgadas que existen.

Tiende a confundirse riesgo con incertidumbre. La bolsa es incierta por naturaleza, nadie sabe cuál será el devenir de los acontecimientos. Pero no saber cómo se va a desarrollar un acontecimiento no tiene por qué afectar al resultado final de la inversión, de hecho, es irrelevante.

Cuando uno va a dormir por la noche no creo que asuma mucho riesgo pensando en que al día siguiente no vaya a salir el sol, aunque la incertidumbre de cómo se vaya a desarrollar la noche es máxima: puede llover o no, puede hacer frío o calor, e incluso puedes no dormir porque a tu hijo pequeño le duelen los oídos, pero lo que es seguro es que el sol saldrá.

Actualmente hay muchos ejemplos en el mercado de bonos que ilustran a la percepción estos conceptos. En el momento que escribo, la rentabilidad del bono español a dos años es del -0,5%. Ha leído bien, es un 0,5% con un signo negativo delante, durante dos años. Lo que quiere decir es que si invirtiéramos un millón de euros hoy, en dos años nos devolverían 990.000 euros, es decir, una pérdida cierta de 10.000 euros. El riesgo de esta inversión es obvio, puesto que la pérdida es ya conocida, por el contrario, su incertidumbre es nula, sabemos a ciencia cierta que vamos a perder dinero.

En este sentido, podemos decir que la bolsa es incierta, pero no tan arriesgada como pudiera parecer. La probabilidad de perder dinero sin opciones de recuperarlo prácticamente desaparece si se invierte con un horizonte temporal largo en una cartera diversificada de acciones.

Por todo lo anterior, ante una divergencia extrema entre lo caro y lo barato, desde Magallanes creemos que lo menos arriesgado y potencialmente más rentable a futuro es una cartera bien diversificada de empresas que actualmente se encuentran cotizando por debajo de sus potenciales máximos de revalorización. Los frutos vendrán, el riesgo es bajo, el precio a pagar es el de ir por un camino con muchos baches.

Cambio de tendencia

Una pregunta que aparece inmediatamente después de leer lo anterior es: ¿y cuándo se producirá ese cambio de tendencia?

Si bien no hay una respuesta concreta, sí podemos observar diferentes señales que históricamente recuerdan mucho a otras situaciones del pasado, las cuales marcaron un claro punto de inflexión:

- "La muerte del value": son muchos los informes que cuestionan la verdadera utilidad de la estrategia valor como técnica efectiva de gestión después del pésimo comportamiento frente a otros estilos durante los últimos tiempos. Tanto es así que la empresa de información financiera Factiva ha contabilizado en lo que va de año más de 120 artículos con menciones expresas de las palabras "value" y "muerte", nivel nunca visto desde que existen registros en los años 80. Como referencia, en el año de la anterior burbuja tecnológica del 2000, el número de menciones se aproximó a 100.

- A tan sólo tres meses de acabar el año, la cantidad de dinero levantado por empresas no rentables, cerca de 30.000 millones de dólares, ha superado ya los niveles del 2000. La última en unirse al club ha sido Peloton Interactive. Además, prácticamente todas comparten la particularidad de registrar importantes caídas desde su salida a bolsa (Uber, Lyft, por ejemplo).

- La reciente avalancha hacia la gestión pasiva está distorsionando las verdaderas valoraciones de ciertos activos, concretamente aquellos más masificados. Como decíamos anteriormente: bonos, empresas momentum, tecnología, etc. Una excelente explicación de este asunto se puede encontrar en la reciente entrevista a Michael Burry, quien compara la actual burbuja de gestión pasiva con la burbuja de las hipotecas subprime americanas de 2007.

- El caso de WeWork llama particularmente la atención, por el despropósito de las valoraciones iniciales que se planteaban y por el desarrollo de acontecimientos que han frustrado recientemente su salida a bolsa. De barajarse una valoración de 47.000 millones a correr el riesgo de quedarse sin caja a comienzos de 2020 según Wall Street Journal. Por el camino, uno de los socios fundadores y CEO ha sido destituido, y la estrategia ha cambiado drasticamente de crecer a toda costa hacia la reducción drástica de costes.

Los paralelismos con otras situaciones pasadas de mercado, son elevados, recordemos, por ejemplo, como la megafusión entre AOL y Time Warner en enero de 2000 marcó el punto final a la burbuja tecnológica. Hay síntomas claros que apuntan a que la burbuja de flujos de capital hacia compañías que no ganan dinero podría haber llegado a su fin.

* Este texto es un extracto de la última carta trimestral que Iván Martín ha dirigido a los partícipes de Magallanes.

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