Ha sucedido en un supermercado de Auckland en Australia. Un grupo de radicales veganos se plantó ante las neveras de la carne con carteles en los que se leía claramente: "Dejen de comer carne". Los clientes que allí se encontraban se quedaron patidifusos ante la insólita escena. Resulta que una muralla de activistas vestidos de negro pretendía impedir que los consumidores se llevasen una bandeja de pollo, ternera o cerdo.
Durante la manifestación se vivieron momentos de tensión entre los miembros veganos del grupo Direct Everywhere (movimiento de liberación animal) y varios clientes. En el vídeo se aprecian enfados y quejas de los compradores que, al acercarse a los mostradores de la carne, se veían violentados por la presencia de los activistas que les chillaban y grababan como si fueran cómplices de algún tipo de asesinato.
De repente, una mujer se harta e increpa a una de las activistas: "¡Me da asco que estéis en mi supermercado. Deja de grabarme. Estoy haciendo la compra!", y continúa encarándose con la supuesta líder del movimiento, Anna Rippon: "¡Solo quiero comprar y a no ser que tú me la pagues, te puedes ir a la mierda!".
La sorpresa es mayúscula cuando los clientes observan que no hay ningún vigilante de seguridad que vele por ellos y sus compras dentro del establecimiento. Rippon explica que están allí de forma pacífica para protestar y reivindicar que la "comida no debe implicar violencia". Sin embargo, la secuencia indica todo lo contrario. Forman filas como si fuera un ejército, los clientes apenas se atreven a estirar el brazo y echar al carrito de la compra un filete de pollo. La muralla vegana parece infranqueable.
La permisividad del supermercado australiano llevó a los empleados responsables a dar la cara ante el cabreo de los que allí se encontraban. Una de las trabajadoras defendió sus productos y garantizó que cuentan con todos los certificados de bienestar animal correspondientes.
Finalmente, y en vista del guirigay montado, los activistas fueron desfilando entre gritos y trasladaron sus reivindicaciones a las afueras del comercio.
Ya sucedió en España
Lo acontecido en Australia no es un fenómeno aislado. El veganismo patrio también hizo de las suyas ante la popular franquicia del Museo del Jamón en Madrid.
Cabe recordar que mientras un bullicioso público ingería con gusto bocadillos de jamón serrano, lomo, y demás varietés de carnes, una manifestación antiespecista recorría las calles del centro de la gran capital. Al paso por el famoso restaurante, los manifestantes no se resistieron y comenzaron a increpar a los pacíficos clientes a los que se les indigestó el bocadillo.
Al igual que en el supermercado australiano, hubo momentos de gran nerviosismo entre los agresivos animalistas y los clientes del Museo del Jamón que pedían respeto. Hasta los propietarios de la cadena madrileña de bares de jamón se cansaron y recalcaron a Libre Mercado que "no les tenían miedo".
Afortunadamente, no hubo que lamentar más daños que la propia mala experiencia sufrida por los que allí se encontraban. Sin embargo, el hecho de que en otros países estén invadiendo supermercados es un síntoma inequívoco de que, tarde o temprano, los veganos levantarán un muro para imponer su ideología en cualquier carnicería o gran superficie en nuestro país. Al tiempo.