Francisco ha estado sobreviviendo junto a su hijo con discapacidad intelectual en un coche durante más dos años. Todo empezó hace cuatro años cuando alquiló su vivienda a una familia que se convirtió en okupa. Nunca pagaron nada y tampoco tenían intención de irse pese a las penalidades que Francisco y su hijo estaban sufriendo.
Los vecinos llevaban tiempo viviendo con rabia e indignación la situación del padre y el hijo. La tensión se respiraba en las calles de este barrio de Tarragona hasta que dijeron basta. Se organizaron y, a través de una concentración, presionaron delante de la puerta a los okupas para que se marcharan. Los Mossos de Escuadra tuvieron que intervenir y estuvieron a punto de detener incluso al hijo de Francisco.
Los morosos okupas se atrincheraron y no querían salir del inmueble de Francisco. Pero, finalmente, no pudieron aguantar la ola vecinal solidaria que clamaba justicia para las víctimas de la okupación y pedían que se fueran lo antes posible. De madrugada, los okupas abandonaron la casa y Francisco y su hijo han podido regresar a su piso. Después de los peores años de su vida, la familia podrá volver a dormir en la que siempre ha sido su vivienda por derecho y ley.