La economía de mercado no tiene buena prensa en España. Así lo pone de manifiesto la última edición de la Encuesta de Valores de la Fundación BBVA, que sitúa a los ciudadanos de nuestro país como los más intervencionistas del Viejo Continente. Sin embargo, la evidencia disponible sugiere que esta postura es contraproducente, puesto que son precisamente las economías más abiertas las que consiguen mejores resultados en términos de desarrollo y prosperidad.
Esa relación entre capitalismo y progreso volvió a quedar demostrada esta semana con la publicación del Índice de Libertad Económica del Instituto Fraser, una entidad canadiense que elabora dicha publicación con una amplia base de datos que cubre desde los años 70 hasta nuestros días. Según este ranking, España figura entre las cuarenta economías más liberales del mundo, pero lejos de los puestos de cabeza, que vienen ocupados por Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Suiza, Estados Unidos, Irlanda, Reino Unido, Canadá o Australia.
Cruzando los datos con las encuestas de felicidad que elabora la ONU, resulta evidente que un mayor grado de apertura económica va de la mano de una mayor satisfacción ciudadana. En las economías socialistas, la nota medio en el sondeo de felicidad de Naciones Unidas es de 4,59 puntos, mientras que en las economías liberales dicho resultado asciende a 6,45 puntos.
Algo parecido ocurre con la igualdad de género. Según los estudios de la ONU sobre dicha materia, el coeficiente de desigualdad hombre-mujer es de 0,51 sobre 1 puntos en las economías más intervenidas del Planeta, pero dicha cuota baja a 0,17 cuando hablamos de modelos más apegados al paradigma del laissez faire.
Si nos centramos en las libertades políticas y civiles, los análisis de Freedom House vuelven a confirmar que un mayor grado de libertad económica está correlacionado con un mejor desempeño. En un índice en el que 7 supone la peor nota posible y 1 implica el mayor grado de libertades políticas y civiles, las economías socialistas reciben alrededor de 4,8 puntos en ambos indicadores, mientras que los referentes liberales se mueven en el entorno de 1,6 puntos.
La pobreza también alcanza cotas mucho menores allí donde la economía está menos intervenida. Si medimos la pobreza extrema, dicho indicador es del 27% en los países más socialistas y del 1,8% en los más capitalistas. Si nos centramos en la pobreza moderada, su cuota es del 43% en el primer grupo de naciones y del 5% en el segundo.
¿Y qué hay de la desigualdad? También en este ámbito se aprecian diferencias notables, puesto que el 10% de menor renta percibe 1.500 dólares anuales en las economías socialistas, pero gana 10.600 dólares por curso en los países con un modelo liberal menos intervencionista y más liberal.
La salud también es mejor en los países con sistemas liberales, donde la esperanza de vida al nacer llega a 79 años frente a los 65 que se anotan las economías más socialistas.
Y, por último, si lo que nos preocupa es simplemente la renta, el PIB per cápita muestra grandes diferencias entre un modelo y otro, puesto que dicho indicador es de 6.100 dólares en las economías socialistas y de 36.800 dólares en los países con sistemas liberales.