Después de llevar a cabo la moción de censura que tuvo carácter destructivo, pues pese a que la Constitución indica que debe ser constructiva, realmente no lo fue, hemos pasado de tener una cierta estabilidad política y presupuestaria, con una política económica que aunque fuese mejorable era previsible y ortodoxa, a vivir en un escenario de absoluta inestabilidad, tanto política como presupuestaria, sin gobierno, con una posible repetición de elecciones y con una inexistente política económica.
Esto genera malas expectativas en los agentes económicos, especialmente motivadas por esa incertidumbre sembrada. Y la incertidumbre es uno de los mayores enemigos de la economía y, por tanto, también del empleo.
Pues bien, si analizamos, una vez más, la comparación de los últimos datos disponibles con los que recibió Sánchez al llegar al Gobierno, ahora que nos encontramos a las puertas de esa potencial convocatoria electoral, podemos observar que la economía se está desacelerando cada vez con mayor intensidad. Esto no quiere decir que nos estemos hundiendo ni que se perciba todavía claramente en el empleo, pero sí que estamos en un momento en que lo que podría ser sólo la parte bajista de un ciclo económico, puede terminar convirtiéndose en algo mucho más grave. Si se toman malas decisiones y no se adoptan medidas reformistas, la economía caerá más.
De hecho, esa mayor incertidumbre en la política española, que se transfiere a la economía, puede verse reflejado en el menor diferencial de crecimiento económico que vamos a tener en 2020 en comparación con la Unión Europea frente al que tenemos en 2019. De crecer casi un punto más en 2019, vamos a pasar a crecer sólo tres décimas más en 2020.
Por ejemplo, uno de los sectores donde más cae la actividad en España es en el sector industrial. Dicho sector, que es el segundo por importancia en la economía española, es el que más rápidamente reacciona frente a unas expectativas, pues las inversiones que realiza son cuantiosas y para acometerlas tiene que tener muy en cuenta las perspectivas de la economía. ¿Y qué vemos en la industria? Que esas malas expectativas están haciendo efecto en forma de postergar o anular inversiones.
Así, desde que gobierna Sánchez la entrada de pedidos en la industria cae un 9,1% y la cifra de negocios en la industria baja un 6,1%.
Por otra parte, la creación de empresas cae un 11,4% desde que gobierna Sánchez y se cierra un 6,4% más de empresas que cuando llegó.
En cuanto al sector inmobiliario, aunque la construcción todavía se mantiene en unos niveles de crecimiento considerables, se comienza a ralentizar. Un indicador bueno para ver la evolución de lo que está sucediendo es el comportamiento de las hipotecas. Y al observar dicho indicador, comprobamos que el número de viviendas hipotecadas cae un 4,7% desde mayo de 2018, y que el capital prestado disminuye desde entonces un 3,3%.
La inversión extranjera, de la que ya he hablado en diversas ocasiones en anteriores artículos, también muestra un descenso considerable, con un retroceso de 15.745,9 millones de euros respecto al momento en el que Sánchez llegó al Ejecutivo, que equivale a un descenso del 77,7%. A ello se une también un peor comportamiento interanual (-41,1%) y trimestral (-56,5%).
El sector exterior también se resiente. El informe trimestral de Banco de España ya señala que prevé una aportación negativa del sector exterior, tanto por caída de las exportaciones (por menor renta extranjera y por menor competitividad española, siendo el sector de la automoción el que más sufrirá el retroceso exportador) como por diminución de las importaciones. Con los datos actuales, podemos decir que las exportaciones descienden un 1,5% respecto a mayo de 2018 y las importaciones son desde entonces un 3,6% menores.
Del mismo modo, en el segmento de los préstamos hipotecarios, se ha producido un incremento de 30 puntos básicos en el coste de la financiación para los prestatarios, tal y como indica Banco de España en su informe trimestral sobre la economía, originado por la decisión del Gobierno de cambiar el sujeto pasivo en el AJD ligado a operaciones hipotecarias y hacer que lo soporten las entidades financieras.
Como el conjunto de analistas dijo, eso se está trasladando a los clientes, a los que se les repercute o en comisiones o en diferencial, en definitiva, en un mayor coste. De ese modo, esos 30 puntos básicos para una operación de 30 años suponen el siguiente encarecimiento de la financiación:
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Un préstamo de 150.000 euros se encarece en 267 euros al año.
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Uno de 250.000 euros lo hace en 445 euros anuales.
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Uno de 350.000 EUR, lo hace en 623 EUR/año.
Y en empleo, ya veíamos hace dos semanas el deterioro del mercado laboral, con el peor agosto en paro registrado desde 2010 y en afiliación desde 2008, con un descenso importante, un 19,91% interanual, en el número de contratos indefinidos, que da una menor estabilidad en el empleo respecto a mayo de 2018, cuando crecía un 19,62%.
En definitiva, ahora que nos encontramos ante una probabilidad elevada de repetición de elecciones, conviene tener a mano cuál ha sido la marcha de la economía desde el momento en el que se produjo la moción de censura, que es claramente negativa. Los datos hablan por sí mismos, de manera que hay que ser muy conscientes de la etapa económica en la que entramos, que no se debería dejar en manos de quien quiere expandir el gasto público, subir los impuestos, incrementar déficit y deuda e intervenir más en la economía. Se necesita todo lo contrario: impuestos bajos, gasto limitado y reformas profundas.