En los peores momentos de la crisis, el mercado global se convirtió en el salvavidas de miles de empresas españolas. La creciente internacionalización de nuestro tejido productivo contribuyó a capear las embestidas de la Gran Recesión y la crisis del euro, llevando el peso de las exportaciones desde el entorno del 25% hasta niveles cercanos al 35% del PIB.
Pero esa evolución al alza se ha truncado en los últimos tiempos y, de hecho, el sector exportador de nuestro país enfrenta hoy un panorama mucho más adverso. Si en 2017 veíamos que el volumen de bienes vendidos al extranjero subía un 8,2%, en 2018 nos topamos con una preocupante caída del -0,1% y en lo que va de 2019 se ha producido un decepcionante aumento del 0,7%.
Fijándonos en el valor de los bienes exportados, la evolución también se antoja preocupante. En 2017, dicha rúbrica subió un 8,9%. Un año después, en 2018, la subida era mucho más tímida y se situaba en el 2,9%. Pero el dato del ejercicio en curso es aún peor, puesto que el repunte observado en lo que va de 2019 solo alcanza el 1,7%.
El saldo comercial también certifica el peor desempeño de la economía española, puesto que su media mensual ha experimentado un claro deterioro. No en vano, este indicador ha pasado de un déficit de 2.062 millones en 2017 a una brecha negativa de 2.452 millones en los meses de 2019 para los que ya tenemos datos definitivos.
Peores precios
Las malas noticias también llegan a los precios de las exportaciones. Si estudiamos la evolución del IPRIX, un índice oficial de precios que elabora el Instituto Nacional de Estadística, encontramos que la tasa de variación anual para el pasado mes de julio fue de un -0,6%.
Por comparación, dicho indicador marcó un 2,1% en la estadística correspondiente a julio de 2018. Tampoco es mucho mejor el análisis de la evolución mensual de los precios de la exportación. El IPRIX cayó un 0,2% entre abril y mayo y un 0,8% entre mayo y junio, mientras que el paso de junio a julio se saldó con un estancamiento en el 0%.