Al cava catalán le han salido enemigos por todos los lados. Desde que en 2017 el desafío separatista se radicalizara y culminara con el referéndum ilegal, fueron muchos consumidores los que recelaron de cualquier producto fabricado en Cataluña. En esa época, las encuestas de españoles que se negaban a comprar artículos de esta región se multiplicaron, sobre todo de cara a las Navidades, donde el cava es un producto estrella.
Tras el 1-O, las grandes compañías de cava tuvieron que mover ficha para reivindicar su españolidad y protegerse del clima de inseguridad jurídica que se había generado. Codorníu trasladó su sede a La Rioja y Freixenet consultó el cambio en su Consejo de Administración, que al final decidió quedarse en Barcelona. El presidente de Freixenet, José Luis Bonet, que es también presidente de la Cámara de Comercio de España, ha sido uno de los empresarios que se ha mostrado más críticos con la deriva soberanista.
Pero este posicionamiento de las grandes compañías del cava no ha sentado nada bien entre las filas independentistas, y ahora, son ellas las que claman por un boicot al cava que se fabrica en su querida tierra. Desde hace varios días, organizaciones como Sindicalistes per la República (SxR), han distribuido mensajes en sus redes sociales en los que piden que no se consuman los productos de "Jaume Serra, Freixenet y Codorniu" por ser "marcas especuladoras" y propiedad "de mafiosos".
Al mismo tiempo que señalan a las marcas que no deben consumir los catalanes, los separatistas también han hecho una lista de las que sí contribuyen a la causa. Se trata de los cavas marcados como denominación de origen Corpinnat, cuyos logos también aparecen en sus publicaciones.