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El búnker de Jackson Hole: ¿de qué hablaron los banqueros centrales en su 'conjura' anual?

Un lujoso y discreto complejo hotelero de Wyoming se convierte en el búnker de referencia de los banqueros centrales.

Un lujoso y discreto complejo hotelero de Wyoming se convierte en el búnker de referencia de los banqueros centrales.
El presidente de la FED, Jerome Powell | EFE

Cada verano, un lujoso y discreto complejo hotelero de Jackson Hole (Wyoming) se convierte en el búnker de referencia de los políticos, financieros y economistas que ocupan la cúpula de los principales bancos centrales del mundo. La cumbre, que empezó a andar en los años 70 tras el abandono del patrón oro, cobra especial relevancia en tiempos de incertidumbre económica.

Este verano, las miradas estaban puestas en la Reserva Federal de Estados Unidos. Pese a las presiones del presidente Donald Trump para que Jerome Powell baje los tipos de interés, el banco central del país del Tío Sam ha optado por dejar las cosas como están, al menos de momento. No obstante, altos cargos de la FED como James Bullard han sido francos y han reconocido que "algo está pasando".

Bullard defendió que se está produciendo un "cambio de régimen en las condiciones económicas" y apuntó que "hay que dejar de pensar que el próximo año las cosas van a ser normales. Los mercados están empezando a reflejar el impacto de las tensiones comerciales entre EEUU y China. La mejor forma de evitar todo esto sería acabar con la incertidumbre política".

Otro alto cargo de la FED, Robert Kaplan, tomó la palabra para insistir en la misma línea: "Tenemos que entender que la amenaza del proteccionismo no es, en absoluto, un problema creado por la política monetaria, sino que responde a otro tipo de decisiones y de instancias. Por lo tanto, si no es un problema monetario, tampoco dependerá de nosotros resolverlo".

Pero la intervención más esperada era la del máximo responsable del banco central norteamericano, Jerome Powell, quien reconoció que la economía enfrenta "riesgos muy significativos", ligados al debilitamiento del crecimiento global o la escalada proteccionista que está marcando las relaciones comerciales entre EEUU y China. Powell miró también a Europa para destacar la naturaleza mundial del declive, recordando las señales de debilitamiento que está apuntando la economía de Alemania.

Por su parte, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, se refirió a la incertidumbre que ha generado el Brexit y a la dificultad de mantener el poder adquisitivo de la divisa británica en un momento de muchas dudas sobre el proceso de salida de la Unión Europea. Carney abogó por un acuerdo entre las partes para evitar un golpe más severo a la economía.

En paralelo, el responsable último de la política monetaria de Reino Unido se refirió a la posibilidad de que las criptodivisas sigan ganando peso hasta llegar a suponer un contrapeso real al dinero fiduciario controlado por los gobiernos. En opinión de Carney, "no es realista pensar que estas nuevas monedas digitales pueden desvincular la economía global del dólar, pero sí se están produciendo cambios que hay que considerar".

La voz europea se escuchó con menos fuerza en la cumbre de este verano, puesto que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, optó por no acudir a la reunión de 2019. Su ausencia, sumada a la del gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, contribuyó a alimentar las dudas sobre el rumbo que puede seguir la Eurozona en caso de que se produzca una nueva crisis.

Sí estuvieron presentes tres miembros del consejo del BCE: Benoit Coeure, Sabine Lautenschlaeger and Philip Lane. Además, la cita contó también con la presencia de Frank Smets, director del departamento de análisis económico en la institución que preside Mario Draghi. No obstante, la delegación europea mantuvo un perfil bajo y se abstuvo de tomar el protagonismo de citas anteriores.

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