El presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, ha criticado a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por el anuncio de bajada de impuestos que ha dicho la dirigente del PP que realizará a lo largo de la legislatura autonómica que acaba de comenzar.
Puig llamó "caduca" a la política fiscal de impuestos bajos que ha aplicado el PP en la Comunidad de Madrid desde hace ya muchos años, que hace que sea la región con los impuestos más bajos de España: IRPF más bajo, Impuesto de Sucesiones y Donaciones bonificado al 99% para los familiares más cercanos, exención del 100% en el Impuesto de Patrimonio, y el Impuesto de Transmisiones y el AJD más bajos de España, concretamente, un 16,6% y un 25% más bajos que la media nacional, respectivamente.
Puig se enfada por el hecho de que Madrid baje impuestos y que quiera seguir bajándolos ahora, y se une al coro de voces intervencionistas que acusan a Madrid de "dumping fiscal", cosa que no es verdad, pues todas las regiones de régimen común tienen las mismas competencias para bajar impuestos, y las forales tienen todavía más competencias para ello. Puig no se queda ahí: dice que Madrid hace demagogia fiscal, que tiene prepotencia y que es insolidaria con el resto de regiones. Puig o se equivoca o no dice la verdad. Quizás ambas cosas.
En primer lugar, de insolidaria Madrid no tiene nada, todo lo contrario: es la región que más aporta a la solidaridad del resto de regiones a través de su transferencia al Fondo de Garantía de los Servicios Públicos Fundamentales. El Sistema de Financiación Autonómica (SFA) no es finalista, pero, oficiosamente, el Fondo de Garantía es el que se supone que va a cubrir las necesidades de financiación de los servicios esenciales.
Pues bien, Madrid, con datos del Presupuesto de 2019, es decir, con las entregas a cuenta comunicadas por el Ministerio de Hacienda, pero que todavía no ha pagado, aporta 4.332 millones de euros a dicho Fondo, que sirve para que otras regiones puedan pagar los servicios públicos fundamentales. Gracias a dicha solidaridad hay otras regiones, por tanto, que reciben recursos a través de dicho fondo, como es el caso de Valencia, que percibe 1.192 millones de euros. Puig tiene razón en que el SFA le perjudica, pero le perjudica al mismo nivel que perjudica a Madrid, ya que son las dos grandes regiones castigadas por el sistema, con lo que sus resultados son comparables en el resto de magnitudes.
Eso lo logra Madrid gracias a su mayor dinamismo económico, impulsado por una política de impuestos más bajos. Así, la Comunidad de Madrid tiene el tipo mínimo del IRPF un 11,1% más bajo que el tipo mínimo valenciano.
De igual manera, Madrid también tiene más bajos los tipos del resto de tramos. En el tipo máximo, la Comunidad de Madrid tiene 4,5 puntos menos que Valencia.
Y ese anuncio que ha hecho Ayuso de rebajar en la legislatura medio punto más cada tramo del IRPF le molesta a Puig. Sin embargo, el presidente valenciano tiene las mismas competencias que Ayuso para aplicar una política de impuestos bajos. De hecho, los resultados de aplicar impuestos bajos, como Madrid, e impuestos altos, como Valencia, se reflejan en los datos económicos. Así, Madrid creció un 3,7% en el último año, frente al 2,1% de Valencia.
Desde 2010, el crecimiento de Madrid ha sido el doble que el valenciano:
Eso se refleja en una mayor riqueza de los madrileños, con el mayor PIB per cápita de España, mientras que el de Valencia está por debajo de la media nacional. Así, el PIB per cápita de Madrid es 12.000 euros superior al valenciano, que es, a su vez, este último, inferior en 3.000 euros a la media nacional.
Y ese mayor dinamismo de Madrid hace que la región madrileña tenga la tasa de paro más baja de las regiones más grandes de España, 3,8 puntos más baja que la valenciana.
Y esa tasa de paro es especialmente más baja en la tasa de paro femenina, donde dicha tasa de paro es casi un 50% mayor en Valencia que en Madrid, lo que demuestra que también hay una mayor igualdad en los efectos de una política liberal respecto de los que genera una política intervencionista.
¿Qué es lo que le sucede a Puig realmente? Que quiere esconder el fracaso del intervencionismo y el elevado gasto público en sus ataques a Madrid, porque la competencia fiscal y la estabilidad presupuestaria dejan al descubierto los buenos gestores, que bajan impuestos, controlan el gasto, dan los mejores servicios y cumplen con los objetivos de déficit y deuda, y los malos gestores, que, pese a gastar mucho y subir mucho los impuestos, no crean un entorno económico positivo y elevan mucho el déficit y la deuda.
Si el presidente Puig aplicase una política de bajada de impuestos y gasto eficiente, seguro que podría crecer lo mismo que Madrid y dar los mejores servicios, porque no existe una maldición que le impida a Valencia conseguirlo, sino que lo que sucede es que tiene unos gestores que aplican otras políticas que dan peores resultados.