¿Qué conclusiones a nuestro favor podemos sacar de la reunión del G-7? Al menos yo veo muy pocas, y ninguna favorable a las necesidades actuales de la gente de a pie.
Aparte de que se hicieron las fotos ya convenidas y otras no menos, como esa que tomaron desde arriba, desde el techo, como si desde el cielo les observaran, como si algún dios estuviera hablándoles y ellos atendieran atentos desde sus posiciones de meros semidioses, foto que también ha sido objeto de numerosos memes en Francia, comparándola con el célebre programa de televisión La Rueda de la Fortuna o con una sesión de espiritismo, "Espíritu, ¿estás tú ahí?"; aparte de eso, ¿qué más ha habido que sea de verdad provechoso para los pueblos que han votado a todos estos maromeros del lujo?
No sé ustedes, pero yo no daba crédito. Entre el iraní que se coló, aunque Macron aseguró que lo había hecho con el consentimiento de Trump, y Trump lo confirmó –como si colarse fuera tan normal, inténtenlo ustedes a ver si les dejan–; ¿saben lo que significa que a estas alturas un iraní con ese cargo sea invitado a una reunión de semejante magnitud como la del G-7? Vayan pensando a escala nuclear, que por ahí anda la cosa. Entre el iraní, digo, y la foto que ha incomodado y con razón a Melania Trump, que la muestra embutida en un vestido rojo púrpura muy del estilo del Saint-Pauli, de la mano de su poderoso marido, mientras colocada en puntas estiraba morritos no menos en puntas al que dicen que es hijo de Fidel Castro –aunque su equipo lo ha negado–, el flamante Justin Trudeau (viendo cómo baila Trudeau, y cómo camina Trudeau, y los calcetines que se gasta Trudeau, es casi seguro que de lo que de verdad hablaron Melania y Justin fue de moda, perfumes finos y stilettos); pues lo que decía, no advierto demasiado interés por reunirse para tratar temas que conciernen e importen a los de este lado, o sea nosotros.
Si a eso sumamos el encontronazo de patio de escuela a la hora del recreo que tuvieron Jair Bolsonaro y Emmanuel Macron sobre sus respectivas mujeres, es ya el colmo de los ridículos. Total, todos conocemos que Brigitte es una anciana y que muy agraciada nunca fue, ni cuando siendo profesora con 34 años sedujo a su alumno de 14, el actual presidente de Francia.
Además, todo se redujo a un besuqueo y un toqueteo incesante del que no ha escapado ni el presidente estadounidense. Como si quisieran dar a entender que todos se adoran, se admiran y etcétera y demás; cuando sabido es que el odio y el desprecio les domina e inflama. La política es el arte de la hipocresía, una banalidad que no acabamos de meternos en la cabeza.
Al final, Brasil no ha aceptado los 20 millones ofrecidos por el G-7 para… ¿para qué? Para reforestar y repoblar será, porque los incendios los apagaron los aguaceros. Y creo que el presidente brasileño hizo bien, así no podrán decir que ha sido comprado por la mafia ecologista. Aunque por cualquier medio todo se vende y se compra en política.
Nada, pues, como ven, aquí sigo a la espera del informe en el que pueda enterarme de para qué sirvió el G-7, como no sea para que todos esos fantoches se den baños de valijú.