Los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) pusieron sobre la mesa durante su última reunión, celebrada el pasado 25 de julio, la necesidad de hacer frente a la desaceleración económica de la zona euro con un paquete exhaustivo de medidas, en vez de llevar a cabo una secuencia de acciones aisladas, según reflejan las actas del encuentro, donde también llegó a debatirse la oportunidad de cambiar el objetivo de inflación de la institución.
Los banqueros centrales coincidieron en que las perspectivas económicas para la eurozona habían empeorado, lastradas por la debilidad del comercio internacional y la persistencia de incertidumbres relacionadas con factores geopolíticos, por lo que decidieron dar comienzo a los trabajos preparatorios para un nuevo programa de compra de activos, así como para crear un mecanismo que permita mitigar el impacto de los tipos negativos en la banca.
Sin embargo, las actas señalan que "se expresaron algunos matices sobre el diseño y los elementos individuales de un posible paquete de políticas", ya que se argumentó que la prima de los bonos a largo plazo de la eurozona ya se había comprimido durante bastante tiempo y que el riesgo de un endurecimiento injustificado de las condiciones financieras era mayor a corto que a largo plazo.
No obstante, prevaleció la opinión de que las diversas opciones deberían verse "como un paquete", es decir, una combinación de instrumentos complementarios y con sinergias significativas, ya que la experiencia había demostrado que una batería de medidas, como la combinación de recortes de tasas y compras de activos, era más eficaz que una secuencia de acciones selectivas.
Asimismo, tal y como el propio Mario Draghi daría a conocer en la rueda de prensa posterior a la reunión, los consejeros del BCE alcanzaron un acuerdo sobre la necesidad de introducir cambios en la orientación a futuro que ofrece la entidad, con el fin de incluir de nuevo la posibilidad de bajar los tipos de interés.
En este contexto, las actas de la reunión recogen la preocupación de los consejeros del BCE por que la comunicación lograse un cuidadoso equilibrio entre, por un lado, dar señales excesivamente negativas sobre la economía y, por otro lado, contrarrestar efectivamente la preocupación entre algunos observadores de que el Consejo de Gobierno careciera de los instrumentos necesarios para asegurar la convergencia de la inflación hacia su objetivo a medio plazo.
"El BCE está preocupado. Este es probablemente el mensaje principal de las actas de la reunión de julio", afirma Carsten Brzeski, economista jefe de ING Alemania, para quien la evaluación del banco central sobre las perspectivas de crecimiento y la inflación de la eurozona se ha vuelto más pesimista.
"Todo lo anterior significa que el BCE se encuentra en una posición bastante incómoda", advierte el experto, señalando que la entidad tiene que demostrar su disposición y determinación para actuar, al mismo tiempo que es consciente de que la política monetaria por sí sola no puede resolver por más tiempo el problema de bajo crecimiento y baja inflación de la eurozona. "Sin embargo, no hacer nada no es realmente una opción", reconoce.
De este modo, desde ING Alemania apuestan por que el BCE lanzará en septiembre sus "fuegos artificiales monetarios", incluyendo un recorte de la tasa de depósito de 20 puntos básicos, un pequeño sistema de niveles para mitigar su impacto en los bancos, así como el reinicio del programa de compra de deuda con un alcance inicial de 30.000 millones de euros.
Cambiar el objetivo de inflación
Según consta en las actas de la reunión del Consejo, durante el encuentro se llegó a plantear que el debate sobre la simetría en torno al objetivo de inflación del BCE "no podía separarse de una discusión sobre el nivel de este objetivo", que pretende a medio plazo alcanzar un nivel de subida de precios cercano, pero por debajo del 2%. No obstante, se señaló que "cualquier cambio futuro en el objetivo no debería usarse como una medida de política aislada", sino que debería vincularse a una revisión más amplia de la estrategia de política monetaria del BCE.
En cualquier caso, durante la discusión se apuntó que la clarificación de la naturaleza simétrica de la función reactiva del Consejo de Gobierno "no impediría una revisión completa de la estrategia de política monetaria en un momento posterior". La tasa de inflación interanual de la zona euro se situó el pasado mes de julio en el 1%, una décima por debajo de la estimación preliminar y tres décimas menos que el dato registrado el mes anterior, lo que representa el menor nivel de inflación en la eurozona desde noviembre de 2016.