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Daniel Rodríguez Asensio

Macri regala Argentina a los peronistas con su fallido gradualismo

Su inmovilismo reformista se ha traducido en recesión, un rescate del FMI y una inflación desbocada.

Su inmovilismo reformista se ha traducido en recesión, un rescate del FMI y una inflación desbocada.

A lo largo de la semana hemos presenciado un nuevo capítulo del despropósito argentino. La bolsa argentina se ha llegado a desplomar un 37% en un solo día, mientras que el peso de nuevo se depreció a doble dígito, los indicadores de riesgo también se disparaban y un largo etcétera.

Todo ello, tras la victoria en primera vuelta de Alberto Fernández, socio de Cristina Fernández de Kirchner, sobre el propio Mauricio Macri en la primera vuelta de cara a las próximas elecciones generales del 27 de octubre. Toda una prueba de la extremada vulnerabilidad de una economía gobernada "para el pueblo" y que continúa sumida en el populismo que Macri se propuso erradicar.

El gradualismo que ha pretendido instaurar Macri ha resultado ser un fracaso. Más bien, hemos presenciado años de políticas inmovilistas en uno de los países más ricos de toda Latinoamérica, tanto en recursos humanos como naturales. Fue necesario un rescate al país por valor de 57.000 millones de dólares en 2018, tras ser uno de los países cuya moneda sufrió la depreciación súbita de 2018, para que el presidente reactivara tímidamente reformas económicas que mantenía cogiendo polvo en un cajón.

El actual presidente ostentó el poder anunciando bajadas de impuestos y liberalización económica para afrontar la decadencia y la hiperinflación en la que estaba sumida el país. Pero la realidad es que el país continúa en el puesto 119º en facilidad para hacer negocios, empeorando incluso dos posiciones con respecto a 2015. Una situación similar refleja el índice de competitividad global, que deja al país en el puesto 92 sobre 137 países analizados. Todo ello, en un período de bonanza económica a nivel mundial, que ha permitido que países similares como Brasil e incluso México adquieran sendas de crecimiento sostenido durante unos años.

Argentina, sin embargo, ha preferido mantenerse en el inmovilismo. El intervencionismo desmesurado que inyectó Fernández de Kirchner para combatir la crisis de 2012 produjo los mismos efectos que cualquier medida socialista en cualquier lugar del mundo: redes clientelares, dependencia del Estado y desajustes severos. Argentina mantiene tres problemas de carácter estructural:

  • Un historial notable de capítulos de impago: según Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, de la Universidad de Harvard, el país ha incurrido en impago en 8 ocasiones, manteniéndose 32,5 años en situación de default. Esto, junto a la inestabilidad política y macroeconómica convierte lo en un elemento de elevado riesgo.
  • Inflación desbocada: Argentina mantiene una situación de hiperinflación estructural durante los últimos años. Estamos hablando de niveles cercanos al 40% de media desde 2014, impulsados desde el Banco Central de la República Argentina mediante la impresión masiva de dinero "para el pueblo". El crecimiento promedio de la base monetaria 2014-2018 es del 26% interanual. Todo un logro de la MMT, que no sólo ha empobrecido a la población mediante la depreciación de la moneda, sino que también lo ha hecho con la pérdida masiva de poder adquisitivo.
  • Graves desequilibrios macroeconómicos: a un fenómeno de hiperinflación hay que sumarle los "déficits gemelos". Esto es, la conjunción de déficit fiscal (5,2% del PIB en 2018, 1,4 puntos porcentuales más que en 2015) y déficit comercial. El cóctel perfecto para hacer vulnerable al país de cara a agentes externos e incrementar su probabilidad de impago.

Macri heredó un país creciendo al 2,7% y, probablemente, lo dejará siendo la segunda economía que peor evoluciona de toda Latinoamérica. Todo ello, repito, en un entorno de bonanza económica a nivel global que debería haber aprovechado para hacer los deberes. Hasta principios de este año no ha atajado la inflación y la economía no es una ciencia mágica en la que agitas la varita y la situación mejora.

A principios de año, el Banco Central de la República Argentina inició una nueva estrategia de política monetaria que establecía una tasa de crecimiento del 0% en la base monetaria del país respecto al promedio mensual de febrero de 2019. El último informe mensual del banco arroja el cumplimiento, por sexto mes consecutivo, de dicha norma. La evolución de la inflación a la baja es evidente, aunque aún insuficiente. La tasa interanual del crecimiento de los precios supera el 55% en julio.

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Además, Argentina mantiene la brecha fiscal más elevada de toda Latinoamérica, así como niveles de gasto público elevados (45% del PIB), lo que la hace un país poco atractivo de cara a la inversión internacional. Estamos hablando de niveles cercanos a los países desarrollados, con niveles de infraestructuras, seguridad jurídica y estabilidad institucional notablemente más bajos. ¿Conclusión? Los recursos se han ido a países vecinos como Brasil durante los años de búsqueda de rentabilidades elevadas por la represión financiera, y el país permanece como el de mayor riesgo ahora que las vulnerabilidades globales empeoran y la situación es de máxima incertidumbre.

En definitiva, Macri ha optado por mantener el voto socialista cautivo y evitar las reformas que necesita Argentina en favor de una estabilidad política, social y económica, y, al final, no ha logrado ninguno de sus objetivos. La falta de convicción en materia de comercio internacional (Argentina es uno de los países más proteccionistas del mundo) y a la hora de liberalizar la economía y atajar lacras como la corrupción ha provocado que el voto cautivo del socialismo devuelva el control del país a los gestores más nefastos de su historia económica reciente.

Las perspectivas no son positivas. Macri ha sacado su lado más populista para tratar de dar la vuelta a la situación electoral comprando votos, pero lo más probable es que Alberto Fernández sea el nuevo presidente de Argentina este mismo año. O, mejor dicho, Cristina Fernández de Kirchner. Bienvenidos al socialismo más sectario y populista, capaz de hacer que uno de los países más ricos del mundo se convierta en un foco de inestabilidad.

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