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El mercado avanza el negro futuro de Argentina: quiebra, corralito y empobrecimiento

El lunes negro que ha vivido Argentina refleja el pánico de los inversores al desastroso recetario económico que defiende el peronismo.

El lunes negro que ha vivido Argentina refleja el pánico de los inversores al desastroso recetario económico que defiende el peronismo.

La victoria que cosechó el peronismo en las primarias del pasado fin de semana frente al oficialismo que representa el actual presidente de Argentina, Mauricio Macri, augura un cambio de gobierno en los comicios presidenciales del próximo 27 de octubre y, con él, el regreso de las fracasadas políticas del pasado. El peronista Alberto Fernández, candidato del Frente de Todos, y que lleva como segunda de a bordo a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, pretende recuperar el legado kirchnerista.

El resultado electoral cosechó entusiastas felicitaciones del régimen venezolano de Nicolás Maduro, el expresidente de Ecuador Rafael Correa o, entre otros, Podemos e Íñigo Errejón en el caso de España.

Sin embargo, la reacción de los mercados fue diametralmente opuesta, hasta el punto de que Argentino vivió un auténtico lunes negro a nivel financiero. El índice S&P Merval, el principal de la Bolsa de Buenos Aires, cerró con un derrumbe del 37,93%, una de las mayores que recuerde el parqué local, con pérdidas muy por encima de este porcentaje en acciones líderes del sector de la energía y de los bancos, entre las que se registraron caídas de hasta el 49,37%.

Pero es que, medido en dólares, el desplome rozó el 50%, la mayor caída de la historia de Argentina y la segunda mayor de la historia de los principales índices bursátiles. Que este índice, donde cotizan las grandes empresas del país, sufra un descalabro de tal calibre hace prever una enorme destrucción de capital y riqueza o, lo que es lo mismo, un intenso empobrecimiento.

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El precio de los bonos públicos, por su parte, se hundieron un 25%, mientras que el índice de riesgo país escaló hasta los 877 puntos básicos. Asimismo, los seguros de impago sobre la deuda argentina (CDS) también se dispararon, otorgando al país una probabilidad de quiebra del más del 70% frente al 50% de la jornada previa. Así pues, los inversores empiezan a descontar un nuevo impago de la deuda pública por parte del futuro Gobierno peronista, tal y como sucedió a principios de siglo.

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Y, por último, el peso se hundió con respecto al dólar. En el mercado minorista, el precio del dólar estadounidense subió un 19%, hasta los 55 pesos por unidad para la venta en el estatal Banco Nación, aunque en bancos privados y casas de cambio el valor de cierre promedió los 58,25 pesos por unidad. Para tratar de frenar la disparada de la moneda estadounidense, el Banco Central elevó fuertemente la tasa de referencia -marcada por la colocación de Letras de Liquidez-, hasta el 74%, e intervino de forma directa en el mercado cambiario vendiendo dólares de sus reservas.

En este caso, lo que descuentan ahorradores e inversores es el restablecimiento del temido "cepo cambiario", una especie de corralito por el que el Estado prohíbe a empresas y particulares cambiar libremente pesos por dólares. Esta medida, puesta en marcha por el kirchnerismo, se ideó para evitar la fuga de capitales ante la creciente inflación que ha sufrido el país en los últimos años. Tras el impago de la deuda pública, los Kirchner siguieron incurriendo en elevados déficits públicos, pero como no podían financiarse en los mercados internacionales, optaron por monetizarlos mediante la emisión masiva de billetes, cuyo resultado fue una elevada inflación y una fuerte depreciación del peso. Y, ante el rechazo generalizado de la población a aceptar pesos devaluados, el Estado impuso un estricto control de capitales en forma de cepo cambiario, empobreciendo con ello a familias y empresas.

La nueva caída del peso refleja el gran temor que existe al regreso del cepo. Tanto es así que los bancos han sufrido una avalancha de peticiones por parte de sus clientes para cambiar pesos por dólares.

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Recesión y alta inflación

Y todo ello, en medio de una compleja situación económica, ya que el fallido gradualismo de Macri, que finalmente tuvo que recurrir a un rescate por parte del Fondo Monetario Internacional por valor de más de 50.000 millones de dólares, ha arrojado unos malos resultados.

La economía argentina entró en un ciclo recesivo en abril de 2018. El PIB cayó un 2,5% el año pasado, aunque los números recientes mostraban algunos signos de una incipiente mejora. Según los últimos datos oficiales disponibles, la actividad económica acumuló en los primeros cinco meses del año una caída interanual del 3,1%. Sin embargo, la economía mostró en mayo un repunte del 2,6% en términos interanuales y del 0,2% en comparación con abril último.

Además, la inflación se situó en el 47% en 2018, mientra que en el primer semestre acumuló un alza del 22,4%. La combinación de recesión e inflación hizo que la tasa de pobreza rondara el 32% a cierre de 2018, 6,3 puntos por arriba de la de la segunda mitad de 2017, en tanto, el índice de indigencia se ubicó en el 6,7%, lo que revela las dificultades de parte de la población para cubrir sus necesidades básicas. Las cifras oficiales del paro también son negativas, ya que alcanzó al 10,1% en el primer trimestre del año, nivel que no se registraba desde 2006, con un alza de un punto porcentual, tanto en la comparación interanual como en relación al cuarto trimestre de 2018.

Por si fuera poco, Argentina posee una deuda externa bruta de 275.828 millones de dólares, y cerró el pasado año con un déficit público del 2,4% del PIB. Macri se comprometió con el FMI a alcanzar este año el equilibrio fiscal primario (sin contar el pago de intereses), pero la victoria peronista augura un nuevo incumplimiento en esta materia.

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