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Axel Kaiser: "Las pensiones de capitalización de Chile logran rentabilidades del 8%"

Las pensiones chilenas bajarían un 50% si se sustituyera el actual modelo de capitalización por uno público de reparto.

Las pensiones chilenas bajarían un 50% si se sustituyera el actual modelo de capitalización por uno público de reparto.

El abogado Axel Kaiser es uno de los intelectuales liberales más influyentes del mundo hispano. Libre Mercado asistió a su conferencia en la Universidad de la Fundación para el Progreso de Chile para conocer su opinión sobre las críticas que está recibiendo el sistema de pensiones de su país, basado en la capitalización del ahorro.

- A la izquierda más radical siempre le ha resultado intolerable que las pensiones chilenas se paguen con ahorro y no redistribuyendo rentas.

Lo primero que hay que tener claro es que las personas trabajan para huir de la pobreza, crear riqueza y salir adelante. Hay aspectos morales detrás del trabajo: dignidad, realización, autonomía… Pero, por antes de todo esto, hay un problema de necesidad que se pretende salvar, reducir o eliminar a través del trabajo. Está en la Biblia: "te ganarás el pan con el sudor de tu frente". Y hay dos formas de trabajar: con tu propio trabajo o con el trabajo ajeno.

Cuando alcanzamos una determinada edad y la vida laboral se va terminando, llega de nuevo la necesidad de obtener un ingreso para salir adelante. De nuevo, hay solamente dos formas de financiar ese retiro: puedes pagarte la pensión con tu ahorro o hacerlo mediante el ahorro de los demás. Sé que este tema genera muchas pasiones, pero si nos vamos a lo esencial, el dilema es así de simple.

Chile planteó un paradigma de jubilación en el que las pensiones se financian con el ahorro de los trabajadores. No es, en absoluto, una idea extraña o radical. Desde niños nos hablan de guardar algunas monedas en un cerdito, para poder formar nuestra pequeña hucha de ahorro. Por tanto, no hay nada raro en la idea de que no tenemos que consumir por completo nuestros ingresos en el presente, sino que también debemos reservar parte de esa renta para necesidades que puedan llegar en un futuro.

- ¿Cómo se comparan los resultados del sistema con un modelo de capitalización?

Si ajustamos las cifras para tener en cuenta la evolución del poder adquisitivo, encontramos que la pensión media del sistema actual es más alta que la del sistema de reparto anterior. De hecho, se ha calculado que las pensiones bajarían un 50% si abandonásemos el modelo de capitalización y regresásemos a un modelo de reparto.

Es cierto que hay personas que cobran una pensión más o menos más alta, pero ¿debe dirigirse la queja al sistema? El sistema solo canaliza el ahorro que recibe. Quien aporta más, recibe más. Quien aporta menos, recibe menos. Los trabajadores con más de 30 años cotizados reciben ingresos cercanos al 80% o 90% de su salario. Pero si no hay grandes aportaciones, ¿de dónde sale la pensión? Eso es lo que tienen que entender quienes pretenden que todo el mundo perciba una pensión muy alta pero no explican cómo llegar a ese punto.

- ¿Qué resultados han tenido los fondos administradores de pensiones?

Cuando uno estudia la pensión que perciben los jubilados, lo que encuentra es que entre dos tercios y tres cuartos del ingreso percibido se deriva de las rentabilidades obtenidas a lo largo de los años. Lejos de ser un sistema que perjudica al trabajador, lo que hace es multiplicar sus aportaciones. Y las rentabilidades conseguidas han sido muy elevadas, del 8% por encima de la inflación.

Por otro lado, los fondos que administran los ahorros de los trabajadores chilenos cobran una comisión muy baja en términos comparados. Sus costes de administración son reducidos en comparación con el ámbito de la inversión privada más general. Si desapareciesen las comisiones, las pensiones subirían menos de un 5%.

- ¿Puede mejorarse el sistema?

Hay maneras de conseguir que las pensiones suban. Si la cotización aumenta del 10% al 15% o al 20%, entrarán más fondos y se generará más ahorro. Pero, a cambio, los trabajadores ganarán un 5% o un 10% menos cada mes. También ayudaría que los sueldos suban o que baje la informalidad laboral, pero eso no depende del sistema de pensiones, sino de bajar impuestos a las empresas, flexibilizar el mercado de trabajo, etc.

El problema es que el debate que estamos presenciando es racional, sino emocional. En el plano emocional, todo es discutible. En el plano racional, nada es gratis. Esa es la diferencia. Por lo tanto, en vez analizar el sistema y mejorarlo, la izquierda radical quiere que sigamos instalados en criticarlo de forma frustrante y sin mucho sentido.

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