Mark Adkinson es agente inmobiliario de Galician Country Homes y a sus 67 años ha encontrado un filón vendiendo aldeas completas. "Se tarda un año en reunir todos los papeles para venderlas", declara a la revista Fortune. Adkinson se dedica a la venta de inmuebles desde hace 15 años, cuando decidió abrir su propia agencia en Lugo. Actualmente, se ha lanzado a vender aldeas completas, ya ha vendido tres y está preparando cinco más. Pero el agente, originario de Manchester, asegura que hay hasta 400 aldeas abandonas en Galicia que están listas para ser vendidas.
"Hace tres meses vendimos una aldea con seis casas y ocho hectáreas a lo largo de una playa con caminos privados a la playa en Viveiro", comenta. Aquella propiedad se vendió por algo más de 250.000 euros a una pareja inglesa. "El terreno era propiedad de un anciano de 84 años que tenía el sueño de arreglar y acondicionar la aldea, pero no podía hacerlo por sí solo".
Lo cierto es que los pueblos abandonados son cada vez más frecuentes a lo largo y ancho de España, pero en Galicia se nota más. Entre 1850 y 1950, unos 3,5 millones de españoles, en su mayoría gallegos, decidieron emigrar a América. Y, aunque eso minó la población, el éxodo de los jóvenes hacia las ciudades de España y hacia otros países de la Unión Europea ha hecho el resto. La tasa de fecundidad española es la segunda más baja de la UE y eso no hace más que agravar el problema de la despoblación a largo plazo.
Adkinson cree que la demanda de los extranjeros para comprar pueblos abandonados puede ser una buena medida para paliar este fenómeno. "La demanda externa ha sido una fuente de estabilización para el mercado inmobiliario español, ya que ha aumentado a pesar de que la demanda interna seguía en dificultades", dijo.
El inglés considera que puede vender todas las aldeas que pueda conseguir. El reto es hacerse con los papeles y las autorizaciones para poder hacerlo, ya que los propietarios de las tierras pueden estar viviendo muy lejos de allí y es difícil dar con ellos. Sin embargo, Adkinson no se rinde y recurre al GPS, a las imágenes de internet y a los documentos legales para dar con los propietarios de las aldeas.
"Muchas de las personas que se fueron a principios del siglo XX nunca se registraron en las embajadas en Sudamérica, pero sus nietos ya tienen la nacionalidad española y podrían regresar y reclamar su parte de la casa", aclara. Todos los propietarios de las tierras y de las viviendas tienen que estar de acuerdo para poder vender un pueblo.
La tarea del agente inmobiliario no solo consiste en vender la propiedad, sino también en reunir todas las autorizaciones necesarias de los propietarios. "Hay mucha demanda por parte de los compradores, que suelen tener entre 30 y 60 años. A menudo son personas interesas en cambiar su estilo de vida. No quieren molestias típicas de la urbe y quieren apostar por una vida más ecológica", explica. Parejas inglesas y músicos holandeses son, por el momento, los principales interesados en hacerse con estas aldeas gallegas.