Hace solo unos días Berkeley, una ciudad cercana a San Francisco, decidió prohibir el uso del gas natural para los edificios de nueva construcción. Esta medida ha hecho que la ciudad salte a las primeras portadas de los periódicos, ya que acaba de convertirse en la primera urbe estadounidense en prohibir este combustible bajo el argumento del calentamiento global.
Los grupos ecologistas están apostando por este tipo de medidas en otros lugares del mundo como Reino Unido, Holanda e incluso la propia Nueva York. En California, otras 50 ciudades están considerando prohibir el uso del gas natural como combustible en los edificios de nueva construcción, según destaca el Consejo de Defensa de Recursos Naturales. Lo cierto es que esta cruzada contra el gas natural no se entiende del todo bien, ya que es el combustible puente para conseguir bajas emisiones de carbono en el corto plazo.
Pero Berkeley, conocida por sus políticas ecologistas, no solo ha prohibido el gas natural para los edificios de nueva construcción, también ha prohibido las pajitas de plástico y los envases no reciclables. Berkeley "se ha establecido como líder nacional gracias a la prohibición del gas y a la creación de una hoja de ruta para que otras ciudades del país la sigan", aseguró Matt Gough, miembro del Gobierno de la ciudad americana.
La prohibición entrará en vigor el próximo año, de modo que los edificios que todavía no hayan hecho la instalación eléctrica tendrán que tener en cuenta este nuevo e indispensable requisito. Además, Berkeley también quiere limitar el uso del gas en los restaurantes, que en su mayoría utilizan cocinas de gas. Lo que no se ha concretado es si los restaurantes tendrán que cambiar sus cocinas en el plazo de un año o tendrán más tiempo para hacerlo. Las centrales de gas suministran un tercio de la electricidad de California, cuyo estado se ha fijado la meta de estar libre de carbono para 2045.