Una vez más, y por mucho que el Gobierno de Sánchez trate de decir lo contrario, la economía española confirma, con cada dato que se publica, que la desaceleración aumenta, además de manera cada vez más evidente.
Hace unos días la EPA del segundo trimestre mostraba cómo la desaceleración era clara en el empleo, con menores crecimientos en la ocupación que el mismo trimestre del año anterior y con incremento del paro una vez que se le elimina la estacionalidad propia de las contrataciones de Semana Santa y del inicio de las de verano. Esta era la primera vez que se incrementaba el paro desestacionalizado desde 2012, que seguía a los datos anteriores de paro registrado y afiliación a la Seguridad Social, que nos mostraban el peor comportamiento de ambos registros de un mes de junio desde 2009 y 2016, respectivamente. Ahora, el INE vuelve a confirmar la desaceleración con el avance de la contabilidad nacional trimestral del IITR-2019.
Es cierto que no hay nota de prensa, pues sigue siendo la de los datos del ITR-2019, pero sí hay una pequeña referencia en la portada de la página web y, posteriormente, si nos introducimos en los "resultados", podemos consultar la variación tanto intertrimestral como interanual del PIB del IITR-2019. Veamos qué información arrojan ambas tasas de variación:
Variación intertrimestral
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Así, el PIB intertrimestral, según este avance, crece un 0,5% (en realidad, un 0,4768%), 2 décimas menos que el trimestre anterior, donde hubo un rebote técnico, no una recuperación, y una décima menos que el mismo trimestre de 2018.
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Esto hace que el empleo a tiempo completo crezca sólo un 0,42% trimestral, 3 décimas menos que el trimestre anterior (0,74%), un descenso significativo.
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El consumo de los hogares crece el 0,3%, una décima menos que el trimestre anterior.
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La inversión cae un 0,1%, cuando en el trimestre anterior crecía un 1,2%. Cuando el PP dejó el Gobierno crecía un 3,3%.
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Especialmente significativo de la desaceleración es el dato de inversión en bienes de equipo, que cae un 2,6%, cuando el trimestre anterior crecía un 4,3% y cuando se produjo la moción de censura crecía un 6,1%.
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La agricultura cae un 0,5%. Cuando llegó Sánchez al Gobierno, crecía un 1,3%.
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La industria crece sólo un 0,3%, mientras que el trimestre anterior crecía un 1,1%.
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La construcción crece un 1,3%, dos décimas menos que el trimestre anterior y 7 décimas menos que el mismo trimestre del año anterior.
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Los servicios crecen un 0,4%, la mitad de lo que crecía el trimestre anterior.
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El comercio se desploma y no crece (crece un 0%), mientras que el trimestre anterior crecía un 1,6%.
Eso en cuanto a la variación intertrimestral. Ahora, vamos a realizar la comparación interanual, es decir, medida la variación respecto al mismo trimestre del año anterior, que coincide, además, con el trimestre en el que se produjo la moción de censura y la llegada de Sánchez al Gobierno.
Variación interanual
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El PIB interanual crece un 2,3%, una décima menos que el trimestre anterior y 3 décimas menos que el mismo trimestre del año anterior.
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El consumo de los hogares crece un 1,7%, 6 décimas menos que el mismo trimestre del año anterior, lo que demuestra el empeoramiento de las expectativas de los consumidores, que han empezado a ahorrar por un motivo de prudencia.
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La inversión crece un 1,2%, frente al 4,7% que crecía el trimestre anterior y al 7,9% que crecía cuando se produjo la moción de censura.
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La inversión en bienes de equipo cae un 1,5%, lo que denota malas expectativas, que retrasan y anulan inversiones, ya que los bienes de equipo son imprescindibles para realizarlas. En el trimestre anterior crecía un 7,3% y cuando Sánchez llegó al Gobierno crecía un 10,6%.
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Las exportaciones crecen un 1,7% frente al 2,6% que crecían en el mismo trimestre de 2018, ligado, en parte, a una pérdida de productividad y competitividad de la economía española, y por otro lado, a ralentización de las economías que nos compran.
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Las importaciones caen un 0,3%, cuando crecían un 5,1% en el momento en el que se ejecutó la moción de censura, que muestra menor demanda de los nacionales más por prudencia que por caída de la renta, que todavía no se ha producido en términos generales.
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La agricultura cae un 1,7%, mientras que crecía un 4,8% al llegar Sánchez al Ejecutivo.
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La industria crece un 0,1%, mientras que en el mismo trimestre de 2018 crecía un 2%.
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La construcción crece un 5,8%, pero en el mismo trimestre del año pasado crecía un 7,5%.
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Los servicios crecen un 2,9%, dos décimas menos que el trimestre anterior.
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El comercio crece un 2,9%, un punto menos que el trimestre anterior.
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La productividad sigue cayendo y lo hace un 0,2%, cuando en el mismo trimestre del año pasado crecía un 0,1% (empeora 3 décimas, por tanto).
Con todo ello, queda de manifiesto, una vez más, que la economía se desacelera y que es preciso que se acometan reformas profundas que permitan minimizar la ralentización. Por desgracia, la política económica del Gobierno, tal y como ha reflejado en la actualización del plan de estabilidad enviado a Bruselas a finales de abril, va en la dirección contraria a lo que necesita la economía española.