Son los vecinos que más dinero deben de España, pero el motivo no es que hayan pretendido vivir por encima de sus posibilidades, como dice la frase. Han sido sus ayuntamientos los que han decidido endeudarles con más de 8.000 euros por persona debido a proyectos faraónicos que resultaron un fracaso plena burbuja inmobiliaria.
Desde entonces, los pueblos de Puebla de la Sierra (Madrid) y Vallada (Valencia) arrastran una desproporcionada deuda, que tal y como muestran los últimos datos del Ministerio de Hacienda, les ha catapultado a liderar el podio de los Ayuntamientos más endeudados de España teniendo en cuenta el número de habitantes de su territorio.
La alcaldesa de Vallada, María José Tortosa (PSOE), que lleva en el Gobierno desde 2015, no está "nada orgullosa" de que su pueblo ocupe el segundo puesto de esta lista de la vergüenza. A cierre de 2018, sus 3.036 habitantes adeudaban 8.063 euros cada uno para hacer frente a los 24,5 millones de euros que tiene que devolver su Ayuntamiento.
Clases de vela sin mar
El motivo de este descalabro en sus cuentas, "viene de lejos", explica Tortosa a Libre Mercado. De cuando el anterior alcalde Fernando Giner (PP) tuvo la ocurrencia de querer construir "una especie almacén o taller náutico" con la excusa de la Copa de América. Lo más disparatado del asunto es que "el pueblo está a 75 kilómetros de la costa", critica la actual regidora, por lo que pillaría un poco a desmano a las embarcaciones. Corría el año 2004 y al proyecto lo bautizaron como La Mar de Dins, "que significa El Mar Interior", explica con resignación Tortosa. Según algunos medios de la época, en sus instalaciones hasta pretendían ofrecer clases de vela. Sin agua.
Para sorpresa de casi nadie, el fiasco de El Mar Interior de Vallada fue tal, que la Copa de América ignoró por completo su existencia. Entonces, al alcalde se le ocurrió crear en sus instalaciones un ambicioso proyecto: Valpark. Se trataría de un Parque Estratégico Empresarial con el que Giner se lo jugaría todo. El alcalde pretendía convertir los 1,3 millones de metros cuadrados de terreno que tenía sin aprovechar en un macropolígono que supondría un oasis para las empresas. Pero finalmente se quedó en desierto. "Ahora mismo, allí sólo hay hierba y conejos", se lamenta Tortosa.
Junto con un gran número de empresas privadas, el consistorio valenciano "se gastó un dineral en Valpark". Y todo ello a pesar de que las obras están abandonadas. "Sólo a la constructora del parque se le debían 15 millones de euros por diferentes certificaciones de trabajos ejecutados", a lo que habría que sumar "la compra de algunos terreros, pagar el justiprecio, juicios con empresas y multas de Hacienda", añade Tortosa. "Este macroproyecto, en el que jamás se tenían que haber metido, está lastrando al pueblo", asegura la regidora.
Vivir "mirando hasta la última peseta"
Lidiar con el pasivo de Vallada, "estando completamente intervenidos por Hacienda" no es nada fácil. "Cuando te llegan las cartas reclamándote las deudas, los días son muy angustiosos, pero creo que se pueden cambiar las cosas y recuperar algo de dinero que fue cobrado indebidamente, como ya hemos hecho. Por eso estoy aquí", asegura. Por ahora, Vallada vive "apretándonos el cinturón y mirando hasta la última peseta, pero intentamos que nuestros vecinos estén lo mejor posible. Y creo que lo conseguimos", afirma la alcaldesa que no cobra nada por su cargo y trabaja como enfermera.
"Lo que gastamos viene de subvenciones, no podemos pasarnos, y si tenemos que ahorrar en las fiestas del pueblo, para las que sólo podemos poner 15.000 euros, pues ahorramos. El gasto para todas las mascletás de la fiesta es lo que se gasta el resto de pueblos en una sola mascletá, pero aún así, creo que nuestras fiestas son muy dignas", asegura.
La ironía ahora es que Tortosa cree que Valpark es la esperanza para sacar a su pueblo de la ruina. "Tenemos varias empresas que nos han llamado interesadas por instalarse allí, porque está muy bien situado con la autovía y el tren, pero el problema es que no tenemos dinero para urbanizarlo", lamenta a la vez que clama por algún tipo de ayuda del Gobierno valenciano para ello.
Un aserradero donde trabaja el alcalde
Y mientras en Vallada está por verse si el dinero público se volverá a dilapidar en Valpark, en Puebla de la Sierra su alcalde no quiere ni oír hablar de las estratosféricas cifras de la deuda de su ayuntamiento. Libre Mercado ha intentado durante varias semanas hablar del asunto con su alcalde, Aurelio Bravo (PP), pero ha recibido la callada por respuesta.
El motivo quizá sea que Aurelio Bravo fue el propio ideólogo del proyecto que está ahogando en deudas a este pequeño pueblo de la Sierra madrileña de 60 habitantes. Y es que para pagar los 490.000 euros que debía su Consistorio a cierre de 2018, cada vecino tiene sobre sus espaldas la friolera de 8.160 euros.
Todo comenzó cuando a Bravo se le ocurrió comprar el aserradero del pueblo que se había construido con ayuda de los Fondos de la UE, de la Comunidad de Madrid y de la Mancomunidad de los pueblos de la Sierra. Bravo se hipotecó en plena crisis con 700.000 euros para comprar esta ruinosa infraestructura.
Según revela el propio alcalde a El Mundo, desde entonces, sólo durante 5 años las instalaciones han estado alquiladas a un inversor, que acabó marchándose. Ahora, el aserradero sólo opera con pedidos puntuales y tiene dos únicos trabajadores: el propio alcalde y otro empleado del ayuntamiento.
Luis, el responsable de El Yayo Casas Rurales, tiene claro que "los políticos son los responsables" de este fracaso, explica a Libre Mercado. "Y no ha sido uno solo, han sido muchos", añade. El dueño de este negocio se pregunta que "¿a quién se le ocurrió construir un aserradero de esas dimensiones en este pueblo? Encima, no hicieron ni una buena carretera para que entre un trailer a llevarse la carga, ¿qué empresa privada lo va a querer?", insiste.
Hace 5 años que llegó al pueblo, y Luis tiene claro que Puebla tiene un gran potencial a nivel rural. Por eso montó su negocio en este sector. "Somos zona núcleo de la reserva de la biosfera de la región junto al Hayedo de Montejo", presume. "Aquí hay muchos negocios que funcionan, como las queserías o negocios más artesanales enfocados al turismo. Por ejemplo, yo hubiera hecho un aserradero con una producción de taller de madera más artesanal no a esas dimensiones", asegura.