El Banco Santander ha desvelado este viernes que el banquero Andrea Orcel se dedicó a pedir más dinero a la entidad tras anunciar su nombramiento como consejero delegado y luego, cuando el banco decidió abortar su fichaje, grabó sin consentimiento conversaciones privadas con la presidenta Ana Botín.
En respuesta a la demanda presentada en un juzgado de Madrid por Orcel, que reclama más de 110 millones por no haber sido elegido consejero delegado del Santander, la entidad critica la actuación del banquero, según un resumen de las alegaciones remitidas al juez.
Asegura que la elección del italiano Orcel como "número dos" del Santander se comunicó oficialmente a finales de septiembre porque él mismo y UBS lo pidieron, pero el grupo de Ana Botín incide en que el banquero se comprometió a abaratar el coste de su fichaje con la promesa de que conseguiría que el banco suizo en el que trabajaba pagara parte del "bonus" de 35 millones que le adeudaba.
Sin embargo, el escrito puntualiza que, a la vista de la actuación, el banquero nunca tuvo intención de que UBS asumiera parte de sus incentivos a largo plazo para que los costes de la contratación por parte del Santander fueran menores.
La carta oferta que el banco remitió a Orcel, y de la que se informó debidamente a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) aunque sin entrar en detalles, no es el contrato que exige la ley, explica el Santander, ya que quedaba pendiente un punto esencial: la retribución final que debía percibir el banquero.
Este se había comprometido en varias ocasiones a trabajar para que el Banco Santander no tuviera que pagar el bonus generado durante sus años en UBS de 35 millones, y le ofrecía una prima de fichaje de 17 millones de euros y un sueldo de unos 10 millones al año.
Para compensar el bonus pendiente del banquero de inversión italiano en su anterior puesto como ejecutivo de UBS, el Santander estaba dispuesto a entregarle acciones de la propia entidad por un importe máximo de 35 millones, cantidad que el banco esperaba que pudiera reducirse en el marco de la negociación con el banco suizo, que según Orcel podría asumir la mitad de ese importe.
Pero el banquero no sólo no realizó esas gestiones, sino que expresó la necesidad de compensar una nueva y supuesta pérdida retributiva por su salida de UBS en concepto de la no percepción de dividendos e intereses por la retribución diferida, que estimaba en unos 3 millones de euros. Es decir, no sólo no rebajó el coste de su nombramiento, sino que pidió más dinero al Santander durante el proceso de contratación.
Descartado el fichaje, el banco barajó distintas fórmulas para que Orcel pudiera reanudar su carrera profesional, incluso dentro del propio Santander, que destaca que siempre actuó de buena fe.
Por el contrario, según el relato del grupo que preside Ana Botín, Orcel grabó conversaciones privadas sin consentimiento ni conocimiento de sus interlocutores, una práctica "de dudosa calidad ética y moral para alguien que pretendía desempeñar el puesto de consejero delegado de Banco Santander". La constatación de que Orcel grabó estas conversaciones confirma que la decisión adoptada por el consejo del Santander de desistir de contratar al banquero fue la adecuada, señala el banco.