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EDITORIAL

Cómo puede ser ministra Montero

Sánchez y Montero son lo que le faltaba a una economía nacional que empieza a tener muy mal aspecto.

María Jesús Montero parece empeñada en el imposible de hacer bueno a Cristóbal Montoro, el pésimo ministro de Hacienda de Mariano Rajoy que llevó la presión impositiva a niveles no alcanzados ni siquiera bajo Gobiernos socialistas. Y es que, a tenor de lo que se va conociendo, Montero y su jefe Sánchez se disponen a perpetrar una expansión del gasto público brutal, que evidentemente llevará aparejada una subida de impuestos igualmente formidable.

Lo que más llama la atención en la ministra de Hacienda no es tanto su voracidad recaudatoria como la desfachatez con que la justifica, especialmente estupefaciente si se tiene en cuenta que Montero se ha forjado políticamente en el régimen socialista que subyugó Andalucía durante casi 40 años, y cuyos frutos más notables fueron una corrupción inenarrable y el estancamiento de una región a la que el PSOE manejó como si se tratara de un cortijo.

En la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Montero se mostró este lunes dispuesta a "revisar" (por supuesto, al alza) las cargas tributarias que más rechazo suscitan en los ciudadanos por su clamorosa injusticia, como los impuestos de Sucesiones y Donaciones y las plusvalías. Como no podía ser menos, también se mostró partidaria de subir impuestos a las empresas. Pero donde dio escalofriantes pruebas de colosal ignorancia fue cuando rechazó con desdén los efectos beneficiosos aparejados a las bajadas de impuestos. Y es que la inverosímil ministra considera que dejar el dinero de los ciudadanos en el bolsillo de los ciudadanos es "un mantra" irreal: "Nunca se ha demostrado que una bajada de la contribución se traduzca en un estímulo económico o en una mayor capacidad recaudatoria", aseguró.

Sin vergüenza, esto es lo que tiene que decir alguien cuyo gran mérito ha sido haber gestionado la Hacienda de un Gobierno regional en el que se evaporaron más de mil millones de euros en corrupciones de toda índole. Cómo extrañarse de que asestara su antológico "Son 1.200 millones, chiqui, eso es poco" a una estupefacta periodista que un buen día tuvo la ocurrencia de preguntarle por el plan de estabilidad del Gobierno Sánchez.

Sánchez y Montero son lo que le faltaba a una economía nacional que empieza a tener muy mal aspecto. Y si encima se juntan con los gurús de Podemos, la recesión no hará sino llegar mucho más pronto que tarde y de la peor de las maneras.

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