Ada Colau, escracheadora de élite, reventadora de actos políticos, la heroína SuperVivienda azote de especuladores y malvados capitalistas, llora con honda pena. A la alcaldesa de Barcelona le han dado de su propia medicina tras ser reelegida por segunda vez como primera edil de la capital catalana.
La exactivista no ha podido soportarlo y se le han caído las lágrimas al recordar el odio que ha vivido en sus propias carnes estos días de tensión, donde parte de su fiel ejército se le ha vuelto en contra por pactar con el PSC y aceptar los votos de Cs para revalidar su cargo como alcaldesa de Barcelona. Ironías del destino, la escracheadora ha sido escracheada. Ahora se acuerda de sus hijos en una entrevista donde ha confesado que han sido días muy duros. Cría cuervos, como diría el refrán.
No hace ni diez años que la hoy política se alzaba como la redentora de los desahuciados. En su etapa como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que comenzó en 2009, a Colau no le temblaba el pulso a la hora de gritar, insultar y destrozar eventos políticos con megáfono en mano y disfrazada de abeja.
Dichas acciones eran abanderadas por la política podemita. Tal era su orgullo que desarrolló en 2010 la campaña #StopDesahucios y, como ella misma reivindicó, se trataba de una serie de actividades de desobediencia civil "porque era una obligación moral justificada atacar las leyes con las que la ciudadanía no está de acuerdo".
A la alcaldesa barcelonesa tampoco le dio reparo invadir una oficina del BBVA con 300 personas y presionar a sus trabajadores. Lo hizo "por el bien de la sociedad y de los derechos humanos". A juicio de la exportavoz de la PAH, se podían hacer escraches en nombre de la "justicia social". Pero, ojo, si la misma justicia social se rebela contra ella, ya no es tan justo.
En una entrevista en el programa La Sexta Noche, Colau excusaba los escraches y animaba a ponerlos en marcha. "Cuando no existe justicia formal, la sociedad tiene que buscar otra manera de hacer justicia. Nosotros vamos a interpelar de forma individual a esos políticos para que sepan que estamos ahí, y apelamos a su conciencia individual", explicaba.
Inés Arrimadas, por su parte, ha condenado los ataques a Colau y ha pedido que haga lo mismo la alcaldesa cuando acosan a Ciudadanos. "La próxima vez que nos amenacen, insulten o ataquen a nosotros (lo que pasa habitualmente) me gustaría que Colau y Podemos lo condenen y dejen de decir que nosotros crispamos en Cataluña".
Condeno que se insulte o increpe a Colau o a cualquier político. La próxima vez que nos amenacen, insulten o ataquen a nosotros (lo que pasa habitualmente) me gustaría que Colau y Podemos lo condenen y dejen de decir que nosotros crispamos en Cataluña. pic.twitter.com/vFcsc06hEH
— Inés Arrimadas (@InesArrimadas) June 18, 2019
Igualmente, tampoco condenaba los virulentos escraches que sufrieron Cristina Cifuentes, Soraya Saénz de Santamaría o Rosa Díez protagonizados, entre otros, por miembros de la asociación de Colau. La primera edil de En Comú Podem no lo veía mal entonces y admitía que los insultos formaban parte de los escraches: "A veces la gente se calienta, eso es normal, entiendo que hay gente desesperada", justificaba. Sin embargo, cuando le ha tocado a ella ser la diana de los ataques, ya no se muestra tan comprensiva... Qué cosas.