Un nuevo perfil de okupa acecha en las urbanizaciones de piscina, garaje y jardín. Cada vez proliferan más las redes profesionales de la okupación que utilizan técnicas informáticas para adentrarse ilegalmente en complejos ubicados en entornos naturales, tranquilos, escondidos y alejados de la civilización. La Costa Brava de Cataluña es una de las zonas que vive con resignación una plaga de okupas expertos en tecnología. Varios vecinos de Lloret de Mar (Gerona) han transmitido a este medio el miedo diario que padecen cada vez que salen de casa.
"La mayoría son de origen argelino y marroquí. Saben abrir las puertas del garaje con el teléfono móvil. No sabemos cómo lo hacen, pero se cuelan por ahí. Después, entran en el bloque y cambian las cerraduras entre varios. Lo hacen con la mayor celeridad, se nota que son especialistas porque traen el equipo", aclara una de las afectadas del vecindario, que no quiere que publiquemos su nombre por temor a posibles represalias.
La joven vecina de Lloret de Mar observa por la mirilla de la puerta de su casa al okupa que la tiene amenazada en su urbanización de lujo. "Entra y sale con total impunidad. El otro día le regañé porque tenía pinchada la luz y me dijo que bajara porque me iba a dar. Quería pegarme", señala con preocupación.
Conserjes y vigilantes
Uno de los conserjes de las urbanizaciones de la Costa Brava cuenta su calvario particular con el agua de la piscina. "Vienen a ducharse aquí, se bañan, se ríen y, además, tienen la luz pinchada, con el riesgo de incendio que eso supone. La mayoría son extranjeros que están entre la veintena y treintena. Acosan a los vecinos que les señalan o se atreven a plantarles cara y después tengo que hacer de vigilante porque muchos vienen a mí en busca de protección, y ésa no es mi función, aunque, al final, estoy atento", recalca Juan Prieto.
El oficio de conserje reconvertido en agente de seguridad no es ninguna novedad en el litoral gerundense. Desde hace años, las urbanizaciones de la Costa Brava presionan a sus conserjes para que vigilen que nadie entre a los bloques, pero "hay jardines que son de fácil acceso, otros no tienen ni vallas y entran sin hacer ningún esfuerzo", añade el conserje.
Estos hackers okupas entran hasta con su ordenador portátil, tal y como narran los vecinos que padecen esta problemática. "Se enganchan a internet y a nuestras líneas de móviles. Yo he visto mi factura engordada con llamadas a Marruecos en conferencia que jamás he realizado y no soy la única", indica otra vecina.
El hecho de que existan tan sólo en la capital de Gerona más de 600 viviendas pertenecientes a las entidades bancarias propicia la atracción de piratería okupa procedentes de Barcelona. De esta forma, extienden sus tentáculos, mientras que los bancos poco pueden hacer con la actual legislación que favorece al okupa.
Tampoco los Mossos parecen poder darle una solución factible al desasosiego vecinal. "Denunciamos las amenazas que recibimos, pero de poco valen. Por lo pronto, cambiamos las contraseñas de nuestras líneas de Internet. Además, estamos implementando la seguridad digital de nuestros dispositivos. Hemos llamado a técnicos informáticos para instalar antivirus potentes y se ha reforzado la seguridad en los sistemas electrónicos de los garajes", advierte la joven.
Se doblan las demandas por okupas
Las cifras de okupación en Gerona dan la razón a la alarma de las comunidades de propietarios. Las denuncias por okupaciones ilegales de viviendas se han duplicado. En el primer trimestre de 2018, se interpusieron 26 denuncias vecinales mientras que en el primer trimestre de 2019, el número se ha elevado hasta las 50, según los números del CGPJ.
Algunos de los motivos de este incremento se debe a que los asentamientos okupas de Barcelona se están desplazando hacia las provincias, donde encuentran privacidad en las urbanizaciones y una mejor operatividad para sus fechorías, como el narcotráfico o los robos a chalets de lujo. Desde Blanes, pasando por Tossa de Mar, Riells, PortBou o Vidreres o La Selva, son localidades que Endesa dibuja dentro de su mapa de fraude eléctrico causado por los pinchazos de luz de los okupas.
A este respecto, varios de los lugañeros que han hablado con este periódico ponen de manifiesto que los okupas han encontrado en los más de 200 kilómetros de la Costa Brava en Cataluña una tierra paradisíaca que les permite vivir como marqueses a todo tren e imponer la ley del más fuerte a los vecinos, mientras toman el sol entre baño y baño en la piscina sin que los políticos hagan nada al respecto.