El número de trabajadores italianos en España se ha incrementado un 71% en los diez últimos años y ha arrebatado en 2018 a los chinos la tercera posición en cuanto al volumen de empleo extranjero, sólo por detrás de Rumanía y Marruecos.
Más de 46.000 italianos han venido a España a trabajar desde 2008, con 110.691 afiliados a la Seguridad Social al cierre del año pasado, según los datos del Ministerio de Trabajo consultados por Efe.
Gracias a ello, Italia ha pasado durante la crisis de la octava a la tercera posición respecto al volumen de trabajadores que aporta al mercado laboral español y que se concentran en Cataluña, Madrid, Canarias y la Comunidad Valenciana.
No obstante, los abogados especializados en extranjería explican a Efe que parte de este auge de trabajadores italianos proviene de argentinos o uruguayos de nacimiento que cuentan con doble nacionalidad al ser descendientes de italianos emigrados.
Más de 100.000 rumanos afiliados
En primera posición del empleo extranjero está Rumanía, con más de 100.000 trabajadores afiliados más al sistema desde que comenzó la crisis, hasta 333.406 ocupados, que adelantan desde 2009 a Marruecos, que se quedó desde entonces en segunda posición y que apenas ha sumado 15.000 en estos años, hasta 253.018.
Los italianos adelantaron en 2018 a los chinos, que también habían escalado posiciones en la lista de afiliación de extranjeros, al partir de una sexta posición en 2008 que se incrementó año tras año hasta lograr la tercera en 2013.
A cierre del año pasado, había 105.326 trabajadores chinos en España, la mayoría en el régimen de autónomos, tras haberse incrementado en más de 35.000 desde que comenzó la crisis.
La población rumana en España es muy similar a la española en cuanto a su composición, explica la responsable del Departamento de Migraciones de UGT, Ana María Corral, ya que hay otras muy numerosas en los datos del padrón pero que apenas tienen presencia laboral.
"Italia está a medias, pero se acerca más a una migración de contenido laboral que a una de libre circulación, como es el caso de Alemania o Reino Unido", añade Corral.
Sólo uno de cada cuatro habitantes alemanes o británicos de nacimiento trabajan en España, lo que da una muestra del comportamiento de estos colectivos que eligen además regiones costeras como lugar de retiro, según los datos del padrón que proporciona el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El número de extranjeros afiliados a la Seguridad Social marcó máximos en mayo de 2008, con más de 2,14 millones de trabajadores, cifra que durante la crisis comenzó a disminuir hasta tocar suelo en enero de 2014, con 1,5 millones.
Corral añade que, desde 2007, cuando comienza la crisis para los extranjeros, principalmente para los no comunitarios y del sector de la construcción, ha habido "algunos años de saldo migratorio negativo".
De hecho, durante estos diez últimos años, poblaciones trabajadoras como los ecuatorianos o colombianos, que eran terceros y cuartos por volumen de empleados en 2008, han ido disminuyendo hasta ocupar la quinta (71.095) y séptima (62.501) posición, tras desaparecer dos tercios y la mitad de ellos, respectivamente.
Esos lugares que iba dejando la población trabajadora de terceros países "están siendo ahora ocupados por españoles o nacionales de otros estados miembros de la UE que vienen a trabajar", asegura.
No obstante, Corral avisa también de que la estadística no refleja el número real de trabajadores extranjeros, dado que muchos de ellos, principalmente latinoamericanos, han dejado de computar en ella una vez han alcanzado la nacionalidad española por residencia.
Según la estadística de concesiones de nacionalidad, de la Secretaría de Estado de Migraciones, en los diez últimos años se han concedido 1,16 millones de nacionalidades españolas por residencia a extranjeros, la mayor parte a ecuatorianos (229.779), seguidos por marroquíes (200.580) y colombianos (170.379).
Así, Corral explica que la caída de la afiliación extranjera no responde únicamente a inmigrantes expulsados por la crisis, sino a aquellos que dejan de figurar como tales, dado que mientras que durante varios años disminuyó la población en España, la de nacionalidad española aumentaba "y no por los nacimientos".
Según los datos del padrón, durante los años en los que España reducía su población (entre 2013 y 2016 se perdieron unos 700.000), aumentaba la población española (en más de 400.000), pese a que la de nacidos en España caía en unos 100.000.
Además, para Corral hay otro factor que obstaculiza la salida de trabajadores extranjeros de España y es el hecho de que el retorno al país de origen se ve como un fracaso, por lo que la mayoría optó durante la crisis por agotar las prestaciones y subsidios por desempleo tras ser despedidos y buscar después un nuevo empleo.
El caso de los chinos, añade Corral, es más curioso porque "han mantenido un volumen de regularidad altísimo", al pasar de los 70.555 trabajadores de 2008 a los 104.722 de 2018, y la mayoría mantienen su nacionalidad, ya que apenas han recibido 4.800 concesiones por residencia en esta última década.