Consejos vendo que para mí no tengo. A pesar de la intensa creación de empleo que ha registrado España durante el último lustro, políticos y sindicalistas han alertado sobre el aumento de la precariedad laboral, enfatizando así la baja calidad de los puestos de trabajo creados. La paradoja, sin embargo, es que, a diferencia de lo que ha sucedido en el sector privado, todo el empleo neto que ha generado el sector público desde 2014 ha sido temporal.
Ésta es una de las conclusiones que arroja el análisis que acaba de publicar el Banco de España (BdE) sobre la evolución del mercado laboral en la recuperación, incluido en su Informe Anual de 2018. Según las cifras de la Contabilidad Nacional, desde el primer trimestre de 2014 se han creado 2,4 millones de puestos de trabajo, hasta alcanzar un crecimiento acumulado del 14,9%. Sin embargo, a pesar de ello, el nivel de empleo a finales de 2018 era todavía un 8% inferior al registrado antes del estallido de la crisis.
Por sectores, la Encuesta de Población Activa (EPA) muestra que la mayor creación de empleo se ha producido en las ramas de la hostelería (31,5%) y del transporte (21,4%). Por su parte, dentro de la industria, la generación de puestos de trabajo ha revestido especial intensidad en algunas ramas manufactureras, como la fabricación de textil (49,5%), cuero y calzado (48,8%) o la recogida, tratamiento y eliminación de residuos (40,1%), con incrementos que superan a los observados en el sector de la construcción (29,3%).
Como resultado, a finales de 2018, el empleo ya habría recuperado el nivel de 2008 en las ramas de servicios de mercado, y se encontraría un 11% por encima de dicho nivel en los servicios de no mercado. Sin embargo, en la industria y en la construcción los niveles son aún muy inferiores a los de 2008 (77% y 48%, respectivamente), mientras que en la agricultura el empleo se sitúa todavía un 8% por debajo. Al igual que sucede en otras economías avanzadas, el sector servicios gana cada vez más peso en la estructura productiva, mientras que las ramas industriales y, especialmente, la construcción han perdido peso relativo en los últimos diez años.
Por otro lado, uno de los datos más curiosos es el concerniente al tipo de empleo creado. El BdE destaca que la mitad de los puestos de trabajo surgidos durante la recuperación han sido temporales, si bien muestra una tendencia decreciente con el paso de los años. Así, mientras que al inicio de la recuperación, en 2014, el 80% de los nuevos empleos fue temporal, este porcentaje ha ido descendiendo paulatinamente con posterioridad, hasta situarse en el 31% en 2018.
Pero lo más relevante es que el 55,4% del empleo neto creado por el sector privado entre 2014 y 2018 ha sido indefinido, un porcentaje que asciende al 80,5% en el último año. Por el contrario, toda la creación neta de empleo registrada en el sector público desde 2014 ha sido temporal. Así pues, el mayor ejemplo de precariedad, hoy por hoy, es el sector público, no el privado, pese a las críticas que suelen lanzar los partidos políticos contra las empresas, especialmente los de izquierda.
Como consecuencia, la ratio de temporalidad ha crecido 3,7 puntos desde 2013, hasta situarse en el 26,8% a cierre de 2018, cifra muy superior al promedio europeo, aunque aún alejada de la media del 32,6% observada durante la burbuja, entre 2002 y 2007. Sin embargo, la temporalidad en el último lustro ha crecido mucho más en el sector público (+5,9 puntos) que en el privado (+3,1)
Asimismo, mientras que la contratación a tiempo parcial subió durante los años de crisis, tras registrar un aumento de 4 puntos entre 2008 y 2013, hasta el 15,8%, casi todo el empleo creado desde 2014 ha sido a jornada completa (94,2%), lo cual ha permitido que la ratio de parcialidad se reduzca hasta el 14,6% en 2018.
Por último, el BdE alerta de la escasa productividad que registra la economía española. Los crecimientos del empleo y de la actividad económica han sido muy similares durante la recuperación, dando como resultado avances muy reducidos de la productividad del trabajo. En concreto, desde 2014, esta variable tan sólo ha aumentado una media del 0,2% al año, siendo su avance nulo en 2018.