A José Antonio Pallero Bote, un maestro de educación infantil y primaria de La Coruña, se le torció la vida hace cuatro años. Él mismo se describe como "un pringao", alguien al que su exmujer "lo traicionó hasta el punto de robarle a sus hijos" y ya de paso "su vida y libertad".
Este gallego de 42 años denuncia que es víctima de la Ley de Violencia de Género. "Bajo la bandera del feminismo esta ley arrebata el derecho a la presunción de inocencia del que presumen las sociedades civilizadas", comenta a Libre Mercado. El profesor acaba de salir de la cárcel tras pasar 40 días entre narcos, bandas criminales y drogadictos. Ahora ha decidido emprender su particular lucha contra el sistema judicial que discrimina a los hombres por razón de su sexo con el apoyo de su comunidad, el centro educativo, su familia y su actual pareja.
"Calvario surrealista"
Pallero explica a este periódico el "calvario surrealista" que ha sufrido en sus carnes en los últimos cuatro años. Todo comienza cuando decide separarse de su mujer. "Ella sufrió depresión y estuvo un año de baja en su trabajo antes de conocerme. Nos enamoramos y estuvimos dos años juntos y seis de casados. Tuvimos dos hijos y una relación de pareja que necesitó de un terapeuta. Un día, tras una de las discusiones, decidió llevarse a mis hijos y dije 'hasta aquí'. Interpuse una demanda de divorcio y, justo esa tarde, me denunció, supongo por consejo de su abogada, por malos tratos psicológicos".
Inmediatamente, el caso del maestro pasó del Juzgado de Familia al de Violencia de Género de La Coruña. El protocolo se activó y a Pallero le quitaron la custodia de sus hijos. "Sin haber habido un juicio, vulnerando mi presunción de inocencia, dejé de ver a mis pequeños por orden de un juez. Fue una pesadilla. Fui prejuzgado sólo por ser hombre", cuenta con tristeza recordando el fatídico dictamen.
Una trabajadora social experta en igualdad de género que atendió al maestro se enamoró de él y comenzó una relación sólida hasta la actualidad. Ironías del destino. "Ella ha sido el pilar en el que se ha apoyado estos años. Cuando trató mi caso se dio cuenta de que yo era totalmente inocente". Aunque llegó el día del juicio y ni su novia, ni familiares, ni amigos, ni las pruebas, ni los psicólogos lo salvaron de la dura sentencia.
"Un papá maravilla"
Una serie de catastróficas desdichas acontecieron al caso del maestro. Su exesposa también lo denunció por maltrato a sus hijos. "Lo ha hecho al estilo macabro de las secuestradoras de la Asociación de Infancia Libre, aunque más sofisticado". La Fiscalía pidió 12 años y 8 meses de cárcel a Pallero pero fue absuelto y pudo probar su inocencia.
No corrió la misma suerte con la denuncia de malos tratos psicológicos de su expareja. En el juicio que se celebró, se cometieron, según el acusado, toda clase de tropelías y negligencias. "Entraron 4 de los testigos a la vez al final de la tarde, cosa que no se puede hacer, tal y como indica la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Me pusieron en un biombo donde no pude ver a nadie durante dos de las declaraciones, ni siquiera a mi abogado, esto también es un error. Tampoco pudo hacerlo el terapeuta que nos había atendido en nuestro matrimonio. No le dejaron testificar", confiesa con amargura.
Finalmente, sin pruebas ni partes médicos, ni informes psicológicos y sólo con la declaración verbal acusatoria de su exmujer, el docente fue condenado a una pena de prisión de tres años y ocho meses en una sentencia que aún no es firme por el Juzgado de lo Penal Número 6 de La Coruña. Tampoco podrá ver a sus hijos en un periodo de dos años. "No tiene sentido. Puedo educar a otros niños en clase y no me dejan ver a los míos a pesar de que fui absuelto. Ni el juez me supo responder".
Es entonces cuando el profesor decide escribir un libro que le sirve como catalizador de su desasosiego y frustración: Yo, maltratado(r), la increíble historia de Papá Maravilla. En la narración se recogen vídeos y pruebas en los que su expareja le regala un cuento con cartulina y fotos y les dice a sus hijos que su padre es un "Papá Maravilla", de ahí el nombre que dio título al texto documental.
Estado de shock y cárcel
Pallero se vio de repente entre rejas. Su abogado desapareció y comenzó su vida como recluso en el Centro Penitenciario Teixeiro de La Coruña. "Todos en la cárcel dicen que son inocentes, yo, además, repartí mi libro entre los presos. Muchos lo leyeron. También mis alumnos me escribieron cartas a prisión, muchas familias se preocuparon por mí y vinieron a verme. Mis padres no pudieron soportarlo y me buscaron un abogado en condiciones".
El nuevo letrado revisó el caso: "Quedó perplejo cuando comprobó lo que habían hecho conmigo tras la instrucción del juzgado de violencia de género. Pidió mi libertad y ese mismo día se me concedió, aunque no me lo comunicaron hasta quince días después. Cuando salí de prisión estaba en shock y sigo de baja". Desde el 9 de noviembre hasta el 15 de diciembre de 2018, Pallero supo lo que significa la privación de libertad. "Es indescriptible saberte inocente y que no puedas hacer nada por la maldita ley de violencia de género", espeta.
A la espera de la nulidad
Hoy por hoy, su libertad pende de un hilo y está a la espera de la respuesta de los tribunales ante el recurso de apelación que ha interpuesto su representante legal a la Audiencia Provincial de Galicia. En la demanda se alega un quebrantamiento de las normas y garantías procesales, errores en la apreciación de las pruebas, negación de recoger testimonios de psicólogos oficiales y el del propio terapeuta de la pareja. En este sentido, se adjuntan documentos con informes médicos y psicológicos que demuestran la excelente relación con sus hijos y su mujer, entre otros hechos probados.
No obstante, el maestro se muestra optimista y con esperanza de que, de una vez por todas, se revise su expediente y se dictamine el juicio como nulo. "A los hombres se nos hace culpables de facto y ya no hay manera de demostrar nuestra inocencia a pesar de que la otra persona no tenga pruebas. Los varones inocentes estamos perdidos y yo me confundí al casarme con esa mujer, tuve el peor de los divorcios. Espero encontrar un ápice de justicia y que los varones dejemos de soportar esto", concluye.