Hace ahora un año, las elecciones generales celebradas en Italia arrojaron un triunfo insuficiente de los tres partidos de la derecha. La Liga se hizo con el 17% de los votos, Forza Italia sumó un 14% y Fratelli d’Italia se anotó un 4%. Sus 265 escaños se quedaron cortos para formar gobierno, de modo que el polémico líder liguista, Matteo Salvini, se lanzó a negociar una inesperada coalición con el Movimiento 5 Estrellas, cuyo candidato Luigi di Maio alcanzó un 33%, dando pie a la elección de 227 parlamentarios.
La formación de gobierno se retrasó durante semanas, enviando señales confusas a los mercados. Con la prima de riesgo al alza y la banca en una situación delicada, La Liga y el M5E terminaron entendiéndose alrededor de la figura de Giuseppe Conte, un destacado profesor de derecho que logró conformar un gabinete de coalición de difícil equilibrio, habida cuenta de las fuertes diferencias políticas entre los dos socios del Ejecutivo.
Desde un primer momento, Salvini ha marcado el paso al gobierno y Di Maio ha sido incapaz de desarrollar una propuesta alternativa. No es de extrañar, pues, que la intención de voto de La Liga se haya disparado, mientras que la del M5E haya experimentado un descenso progresivo. Pero el liguista juega con otra baza a su favor, puesto que las normas internas del M5E impedirán que Di Maio vuelva a presentarse a primer ministro, lo que despejará el camino de Salvini ante los próximos comicios generales.
Por todo lo anterior, había muchos ojos puestos en las elecciones al Parlamento Europeo del pasado 26 de mayo. El resultado viene a confirmar los sondeos: La Liga se dispara al 34,2%, con 9,2 millones de votos, y el M5E cae por debajo de los socialdemócratas, que se alzan con el 22,7% y 6 millones de apoyos frente al 17,1% que arrojan los 4,6 millones de papeletas ligadas al partido de Di Maio. Parece evidente, por tanto, que Salvini se ha convertido en la figura clave de la política transalpina pero, si acaso las europeas fueron una macro-encuesta, ¿puede formar gobierno La Liga con un 34,2% del voto popular?
La aritmética dice que no y obliga a los analistas a repasar lo que ha ocurrido con los otros dos partidos del centro-derecha. Forza Italia, la agrupación del ex primer ministro Silvio Berlusconi, sale bien parada de la cita con las urnas, puesto que logra el 8,8% de voto popular, con 2,4 millones de simpatizantes. El magnate ha sido elegido eurodiputado con el resultado más alto de cualquier otro candidato, sumando más de medio millón de apoyos. Fratelli d’Italia, el joven partido conservador que lidera Georgia Meloni, sube al 6,5% y alcanza 1,7 millones de papeletas.
Juntas, las tres agrupaciones consiguen el 49,5% del voto popular, más que suficiente para hacerse con el poder. De modo que el escenario político empieza a despejarse y el electorado parece escorarse cada vez más a la derecha, favoreciendo la idea de un gobierno más coherente en el que Salvini sería el hombre fuerte, Berlusconi jugaría un papel moderador y Meloni completaría la alianza de los tres partidos de la derecha.
El futuro político de Italia preocupa a los mercados por su abultado endeudamiento público, que ronda el 135% del PIB, el segundo nivel más alto de la Eurozona después de Grecia. El sistema bancario también está en el punto de mira, puesto que el saneamiento observado en otros países como España sigue sin materializarse en el caso de las entidades transalpinas, cuyos balances están cada vez más deteriorados.
La inestabilidad institucional ha echado más leña al fuego. Siempre se ha dicho que la economía transalpina resiste razonablemente bien ante los continuos vaivenes de su sistema político, pero el último trimestre de 2018 se cerró con un escenario recesivo y el primer trimestre de 2019 ha marcado un magro crecimiento del 0,2%. De modo que, ante la previsible ruptura entre Salvini y Di Maio, los mercados permanecerán vigilantes y nerviosos por el futuro económico de una Italia excesivamente endeudada como para plantearse grandes escenarios de ruptura.