Nueva polémica en el caso del gallinero de Cangas de Onís. La primera noticia fue que un vecino de dicha localidad se vería forzado a cerrar las instalaciones de su gallinero al ser denunciado por un empresario de un hotel rural cercano debido al ruido de los gallos, que estarían molestando el reposo de los huéspedes del hotel.
A raíz de este hecho, el empresario ha sido objeto de críticas, insultos y acusaciones por parte de numerosos tuiteros enfadados. Incluso un Youtuber rural ha levantado las pasiones de las masas al preguntar: "¿Para qué venís a un pueblo a hacer turismo rural, y encima lo llamáis rural? ¿A qué venís?", refiriéndose a los inquilinos del hotel.
El dueño del hotel no ha dudado en dar su versión de los hechos. El hombre ha dado una sorprendente teoría a 20minutos, y es que el dueño del gallinero estaría forzando a las gallinas a cantar a las tres de la mañana con la finalidad asustar la clientela y hundirle el negocio. "No cantan a horas normales" y afirma que estos ruidos "son inducidos por el dueño de los animales de madrugada". El dueño de este alojamiento rural, José María García, asegura que "les ponen luces o alguna historia para que canten a esas horas. Todo para fastidiar, para molestar a los clientes", señala, y matiza que entiende que los gallos canten a las seis o siete de la mañana, pero que "no es natural que lo hagan a las tres".
El propietario incluso pidió una prueba de sonido, que revela que desde las 22:00 h a las 8:00 h se superaban los 50 decibelios permitidos por ley en el gallinero. Los máximos, que alcanzaban los 72 decibelios, se dieron las 2:00 h, 4:00 h y 6:00 h. Otras supuestas fechorías denunciadas por el dueño del hotel rural, serían el abandono deliberado de excrementos de caballo en la puerta del hotel, o la colocación de camiones, tractores y demás maquinaria para obstaculizar el aparcamiento de los huéspedes.
Sin embargo, parece ser que el cierre del gallinero no responde a los decibelios producidos por las gallinas a pesar de que se hayan hecho las comprobaciones oportunas. Según Maldita.es, el gallinero debe cerrarse por la falta de licencia por parte del vecino para llevar a cabo dicha actividad, algo habitual en cualquier pueblo de España. De hecho, ha sido el propio Ayuntamiento de Cangas de Onís y no ningún juez, como se pensaba en un inicio, el que ha ordenado "el cese inmediato de la actividad de cría de gallos". En cualquier caso, el propietario del gallinero ya ha dejado claro que no va a quitar sus animales. "Yo no voy a quitar los gallos ni las gallinas, voy a seguir con la actividad que tengo, que es de autoconsumo. Lo siento mucho si le parece mal". Además niega todas las acusaciones vertidas por el hotelero sobre él y sus animales. La polémica está servida, sabremos cómo se resuelve en menos de lo que canta un gallo.