La campaña de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos empezó con un incendiario discurso en el que el magnate inmobiliario cargó duramente contra los inmigrantes ilegales de origen latinoamericano. En consecuencia, los expertos electorales le auguraron pocas probabilidades de conseguir apoyos entre los hispanos que sí residen legalmente en el país norteamericano.
Sin embargo, el resultado electoral de Trump fue mejor de lo esperado entre dicho colectivo. La aspirante demócrata Hillary Clinton obtuvo el 66% de los sufragios emitidos por los latinos, mientras que el hoy presidente se hizo con un 28%. El resultado de Clinton empeoró en cinco puntos el porcentaje de voto cosechado por Barack Obama en 2012, mientras que Trump mejoró en un punto respecto al nivel de apoyo que le brindaron los latinos al aspirante republicano de aquella elección, Mitt Romney.
No solo eso. En el Estado de Florida, uno de los más importantes para asegurar la Casa Blanca, el 35% de los votantes de origen hispano apostaron por Trump, siendo dicho porcentaje del 54% entre los cubanos residentes en la península. Los guiños del Partido Demócrata a la dictadura castrista terminaron decantando la balanza del lado del republicano.
De cara a las próximas elecciones, Trump ha mantenido el discurso duro contra los inmigrantes ilegales pero también ha apostado por presentarse ante el electorado hispano como un defensor de sus intereses. Las cifras apuntan que la estrategia puede salirle bien al mandatario, puesto que el empleo, los sueldos, los niveles de pobreza y el acceso a la vivienda han mejorado con el gobierno de la derecha.
En los últimos años, la tasa de latinos que ostenta una vivienda en propiedad ha subido al 47,1%. El aumento interanual es del 15% y supone un aumento equivalente a 362.000 familias propietarias. Se trata de la mejor cifra desde 2005, un crecimiento tan elevado que incluso ha despertado miedos entre quienes temen que el mercado inmobiliario se puede estar sobrecalentando.
En 2017, la población hispana se colocó por encima de cualquier otro grupo demográfico en la clasificación que mide el aumento de la renta, con un repunte de los salarios del 3,7%. Los datos también apuntan al desarrollo de una clase alta de estadounidenses latinos, puesto que el número de familias de dicho colectivo que ganan más de 200.000 dólares al año se ha duplicado desde 2011 a 2017, pasando del 2% al 4%. El fenómeno se repite en el número de hispanos con ingresos millonarios, que también se ha multiplicado por dos.
Los niveles de pobreza de dicho grupo demográfico mejoran también tras años de estancamiento. Después de tres años de descensos, la tasa de pobreza es del 18,3%, el nivel más bajo desde 1972, año en el que las oficinas estadísticas del gobierno federal empezaron a medir este tipo de indicadores de desarrollo socioeconómico.
La tasa de paro de los hispanos ha bajado al 4,7%, lejos del 12,1% que alcanzó en los años de gobierno de Barack Obama. La tasa de participación laboral del colectivo no para de crecer y ya llega al 66,1%, frente al 62,9% que se anota el conjunto de la población del país norteamericano. El número de pymes ligadas a los latinos estadounidenses sube un 13%, lo que también confirma un creciente boom emprendedor entre este segmento de la población.