En los últimos años, la izquierda política y mediática española ha popularizado la idea de que la reforma laboral de 2012 ha contribuido a empobrecer a los trabajadores, creando bolsas de asalariados que, a pesar de tener un empleo y percibir su correspondiente salario, sufren una situación de carestía.
Para ser precisos, la cifra canónica que aportan quienes denuncian esta cuestión apunta a un 14% de "trabajadores pobres". Este porcentaje ha sido destacado por medios de comunicación como La Sexta, sindicatos como UGT y, por supuesto, las grandes fuerzas electorales de la izquierda española, como PSOE y Unidos Podemos.
Sin embargo, un repaso somero a los datos arroja conclusiones muy distintas. La fuente del dato del 14% es la Encuesta de Condiciones de Vida, publicada por el Instituto Nacional de Estadística. Hablamos, por tanto, de una cifra oficial que ha sido calculada por un ente de máxima solvencia, de modo que el relato de la izquierda parece fiable a primera vista.
No obstante, si desbrozamos el cálculo, empezamos a encontrar aspectos dudosos. De entrada, la Encuesta de Condiciones de Vida más reciente es de 2017, de modo que no recoge la evolución en 2018, año en que se mantuvo la recuperación del mercado laboral y, por tanto, la condición de millones de trabajadores fue a mejor.
El segundo problema que nos topamos se refiere también al calendario de la muestra. Y es que, aunque la última Encuesta de Condiciones de Vida tiene como fecha 2017, sus resultados aluden al nivel de renta alcanzado en 2016. Por tanto, el retraso no es solo de un año, sino que abarca un bienio, excluyendo así la mejora del mercado laboral que también se produjo hace ahora dos ejercicios.
La tercera cuestión que debería llamar nuestra atención se refiere a la evolución reciente del indicador. Así, si nos fijamos en las cifras de 2015 (datos de renta de 2014) vemos que la tasa de riesgo de pobreza de los trabajadores españoles llegaba al 14,8%, frente al 14,1% que refleja la Encuesta de Condiciones de Vida en 2016 y 2017 (datos de renta de 2015 y 2016). Así las cosas, este indicador ha mejorado un 5% respecto a los niveles que se daban hace apenas unos años.
Si seguimos desmenuzando y nos sumergimos en los ficheros de microdatos del informe del INE, podemos separar la casuística de la tasa de riesgo de pobreza para distintos supuestos laborales. Así, entre los trabajadores a tiempo completo vemos que el indicador cae al 14%, mientras que para los asalariados a tiempo parcial se alcanzan niveles cercanos al 30%. Por tanto, hay un cuarto matiz que pone en cuarentena el relato de la izquierda: entre los trabajadores que tienen un empleo a tiempo completo, la tasa de riesgo de pobreza es un 30% más baja.
Pero, si ampliamos el cálculo, el informe del INE añade más detalles. Así, cuando estudiamos la incidencia de esta métrica entre aquellos trabajadores a tiempo completo que estuvieron empleados durante los doce meses del año, el indicador baja nuevamente hasta situarse en un 7%, la mitad del porcentaje inicial de referencia. Es el quinto dato que tumba el relato catastrofista de la izquierda sobre esta materia.
Así las cosas, la incidencia de la tasa de riesgo de pobreza entre los trabajadores españoles es relativamente baja cuando tenemos en cuenta todos estos factores. Por otro lado, no hay que olvidar que no es lo mismo hablar de riesgo de pobreza que de pobreza efectiva. El riesgo de pobreza es un indicador de corte relativo, que mide cuántas personas ganan menos del 60% de la renta mediana disponible, después de transferencias sociales. La pobreza efectiva, a menudo descrita como carencia material severa, es un indicador de corte absoluto, que estudia cuántas personas tienen problemas para calentar su hogar, acceder a alimentos básicos, etc.
Pues bien, si atendemos a los indicadores absolutos de pobreza, vemos que el porcentaje de personas que no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos una vez cada dos días es del 3,7%, siendo un 8% el número de españoles que no puede mantener su vivienda con una temperatura adecuada. En total, la carencia material severa afecta al 5,1% de los españoles, por debajo del 5,8% registrado en 2012 o del máximo histórico del 7,1% que detectó el INE en la Encuesta de Condiciones de Vida de 2014 (datos de renta de 2013). Obviamente, estos porcentajes son inferiores a los que maneja la izquierda cuando habla de trabajadores pobres, de modo que, en términos absolutos, la diferencia entre el discurso y la realidad es aún más significativa.