El pasado 3 de abril, José recibió una llamada del técnico de mantenimiento de los interfonos porque necesitaba entrar en su casa. Salió del restaurante que posee en Barcelona, y cuál fue su sorpresa cuando al llegar a la escalera de su domicilio descubrió que le habían okupado su piso.
Según ha publicado Crónica Global, una familia de al menos 10 miembros había asaltado la vivienda, llegando incluso a cambiar la cerradura. "El hombre se ausentó unas horas y aprovecharon para colarse", explica una vecina. "No era la primera vez que lo intentaban y, finalmente, lo consiguieron", añade.
José no daba crédito a lo sucedido e exigió a los okupas que se marcharan. Ellos se negaron a abandonar la casa alegando que tenían un bebé de 10 meses y se produjo un forcejeo que podía haber sido mortal para el hombre. Y es que una de los okupas sacó un cuchillo y le asestó una puñalada en el omoplato.
Con la ayuda de los Mossos d'Esquadra José pudo recuperar su casa, aunque ha pagado un precio muy alto. Dos de ellos fueron detenidos pero, ahora, vive atemorizado por si los delincuentes deciden vengarse. En el bloque nadie quiere dar la cara, ya que los okupas no dudaron en advertir a los vecinos de que "se habían quedado con nuestra cara".