En el último programa de Salvados, emitido este domingo, Jordi Évole entrevistó al papa Francisco. Como ya empieza a ser habitual en él, realizó algunas declaraciones polémicas en relación a la economía y a la situación actual del mundo que podrían ser tildadas de poco rigurosas a juzgar por lo que nos enseña la evidencia empírica. En el presente artículo se muestran algunos ejemplos de las afirmaciones vertidas por el Papa sobre economía, guerras o mercado laboral, siempre comparándolas con los distintos estudios y análisis llevados a cabo hasta la fecha por investigadores.
Economía
Cada vez hay menos ricos con mucha plata y cada vez hay más pobres con muy poca plata
Al ser preguntado por si el sistema económico capitalista genera pobreza, el papa Francisco respondía afirmativamente. Asimismo, parece que el Papa ve la economía como un juego de suma cero al compararla con un reloj de arena, donde lo que gana un extremo lo pierde el otro. Pero, ¿es realmente así?
Por partes. ¿Hay cada vez menos ricos? Lo que parece ignorar el Sumo Pontífice es que, según el Global Wealth Report de 2018, el número de ricos en el mundo es cada vez mayor (en el último año, el número de adultos con unos niveles de riqueza superiores al millón de dólares se ha incrementado en un 5,8%). Por tanto, es falso que haya cada vez menos ricos, hay más.
Además, la riqueza global per cápita se ha más que duplicado desde el año 2000. Uno podría argumentar que si la riqueza ha crecido podría deberse al enriquecimiento de unos pocos afortunados a costa de la miseria de las masas. Pero parece ser que el valor de los activos propiedad de los más pobres ha crecido, desde principios de siglo, a las mismas tasas que la del 1% más rico, y a mayores tasas que las del 5 y 10% más rico. De hecho, el porcentaje de riqueza que acaparan estos últimos se ha reducido sustancialmente en los últimos 15 años.
Puede que el Papa se estuviera refiriendo a la renta y no a la riqueza de las personas. Sin embargo, su afirmación seguiría siendo errónea si tenemos en cuenta que la pobreza extrema (y todos los límites de pobreza) lleva cayendo desde el s.XVIII, acelerándose en las últimas décadas. Además, y seguramente consecuencia de lo anterior, se observa una reducción de la desigualdad de renta global desde principios del presente siglo. Es decir, la renta de los pobres no solamente crece, sino que lo hace a una velocidad mayor que la de los ricos (a tasas similares a las del 1% más rico).
Los motivos que se encuentran detrás de este crecimiento económico son múltiples, y aquí sería necesario dar la razón al papa Francisco: una de las causas que propician la prosperidad de una región son las instituciones, aunque seguramente no aquellas a las que se refería éste en la entrevista de La Sexta.
En economía es muy difícil separar el efecto de una variable sobre otra. ¿Cómo podemos decir que Cuba es pobre por sus instituciones económicas? Una manera de hacerlo sería creando índices sintéticos. ¿Qué hubiera pasado con la economía de continuar con las instituciones anteriores a la Revolución del 59?
Otra manera, puede que más sencilla es buscar un país con la misma cultura, genética, lengua, clima y geografía que por temas históricos se haya divido en dos con instituciones radicalmente diferentes. Esto, que puede sonar a ciencia ficción, es lo que pasó con Corea en el año 1945. Mientras que en el Sur, de la mano de Estados Unidos, se instauraron, al menos en términos económicos, instituciones inclusivas que respetaban la propiedad privada e incentivaban a la gente a innovar e invertir, en el Norte se prohibió la propiedad privada y se aplicó una suerte de economía central planificada denominada Juche.
Las consecuencias de adoptar dos organizaciones de sus economías tan diferentes ha tenido consecuencias enormes en el largo plazo: Una renta per cápita veinte veces superior en Corea del Sur (véase la base de datos de Angus Maddison), una esperanza de vida diez años mayor es dicha región y diferencias sustanciales en cuanto a peso y altura entre ambas Coreas provocadas por la malnutrición (de hecho, antes de la separación, los norcoreanos eran ligeramente más altos). Otro buen ejemplo podría ser la división entre las dos Alemanias surgida de la segunda guerra mundial. Por tanto, es verdad que las instituciones económicas son necesarias para sacar a la gente de la pobreza, pero lo son aquellas que son inclusivas.
Es decir, aquellas que "ofrecen seguridad de la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y servicios públicos que proporcionen igualdad de condiciones en los que las personas puedan realizar intercambios y firmar contratos; además de permitir la entrada de nuevas empresas y dejar que cada persona elija la profesión a la que se quiere dedicar", en palabras de Acemoglu y Robinson. ¿Nos suena un poco a capitalismo? De hecho, la falta de dichas instituciones podría ser una explicación de la miseria en África (en parte debido al legado colonial).
En resumen, afirmar que el capitalismo ha provocado pobreza, que la economía es un juego de suma cero (cuando prácticamente todos los países han crecido desde 1960) o que haya cada vez más pobres es falso y no se sustenta en ningún caso por la evidencia empírica disponible.
Guerras
Sostengo que estamos ya en una tercera guerra mundial, a pedacitos.
Las muertes provocadas en guerras (sin contar hambrunas, enfermedades, etc) llevan cayendo de forma casi ininterrumpida desde la segunda Guerra Mundial. Si bien es verdad que existe un leve repunte desde principios del siglo XXI, es muy atrevido, con estos datos, afirmar que se haya producido un cambio en la tendencia experimentada durante los últimos 75 años, y se acercaría a la mentira concluir que estamos cerca de una tercera guerra mundial.
El 'precariado'
Otro tema que se tocó en la entrevista es el de los trabajadores pobres de los países ricos que ha traído la última crisis. Se dio a entender que los salarios son bajos por la maldad de unos capitalistas que, en su afán para lucrarse, mantienen a los trabajadores con condiciones laborales indignas.
Como señala este análisis de Jansen y Felgueroso, los salarios por hora del quintil más pobre no han perdido más con la crisis de lo que lo ha hecho el resto de trabajadores. La pobreza laboral aparecida durante la Gran Recesión, por tanto, vendría por una reducción en las horas trabajadas y no por una explotación deliberada del capitalista hacia estos segmentos de la fuerza de trabajo.
Esto no significa que no pueda haber empleados pobres trabajando a tiempo completo que trabajen la mayor parte del año, seguramente los haya. Simplemente nos señala que la pobreza laboral en España tienen un fuerte componente extensivo, o, dicho en otras palabras, la principal causa del precariado no es una reducción deliberada de los salarios sino de falta de horas trabajadas. De hecho, la falta de intensidad laboral en el caso español explica en torno al 75% del incremento de la desigualdad de renta de mercado producido durante la última crisis.
En conclusión, vivimos en la época con mayor facilidad al acceso de datos. Tenemos toda la evidencia empírica a golpe de clic. Podría ser interesante que antes de creer ciegamente lo que nos diga cualquier artículo (incluido el presente trabajo) o personaje público, por muy buenas intenciones que le supongamos, se contrastara la información con la recabada por los investigadores.