El Gobierno sigue aprovechando sus últimos consejos de ministros para aprobar medidas que no ha logrado sacar adelante por su extrema debilidad. Una de sus obsesiones, que no se sabe si, al final, podrá llevar a cabo, es derogar la reforma laboral de 2012, que flexibilizó el mercado de trabajo y que, gracias a esa mayor agilidad introducida, el sector productivo pudo crear casi tres millones de puestos de trabajo según los datos de afiliación a la Seguridad social.
A buen seguro que si el Gobierno lo lleva adelante, tratará de revestir la contrarreforma, que de hecho supondría una derogación de la reforma en sus aspectos más esenciales, envuelto en un señuelo social, donde seguro que tocarían prestaciones familiares o Seguridad Social de los cuidadores no profesionales como estratagema, pero lo más relevante estaría incluido dentro de la medida, que resultaría un auténtico disparate porque volvería a incorporar en el mercado de trabajo todo tipo de rigideces.
Contrarreforma laboral
De llevar a cabo la contrarreforma, lo hará tocando los puntos esenciales, como los siguientes:
- Revertir la actual prevalencia del convenio de empresa sobre el convenio sectorial.
- Legislar para instaurar de nuevo la duración ilimitada de los convenios colectivos (ultraactividad).
- Obligación de que las empresas subcontratistas apliquen convenio de la empresa principal.
- Obligación de registrar la jornada diaria de los trabajadores.
- Se volverá a poner una carga administrativa muy fuerte a todas las empresas y se eliminará la flexibilidad que necesitan las pymes y autónomos en esta materia.
- Brecha salarial y planes de igualdad, que no deberían regularse por RDL sin un acuerdo amplio previo en la mesa de dialogo social.
Todo ello, supondría:
- Mayor rigidez en la contratación.
- Mayores costes en la contratación.
- Y, con lo anterior, menores oportunidades en el mercado de trabajo.
Esto, de suceder, tendrá un impacto negativo en la economía, debido a que esos mayores costes provocarían una disminución de la contratación, que, junto a un empeoramiento de las expectativas de los agentes económicos, debido a las políticas económicas equivocadas de Sánchez y al efecto de otra de esas políticas, el salario mínimo, que en enero provocó la destrucción de casi 205.000 puestos de trabajo, dibujarían un panorama laboral sombrío en caso de aplicarse esta contrarreforma.
Sólo el efecto de la reforma de 2012 impulsó de manera directa la creación de 800.000 empleos, como se puede comprobar en los cuadros siguientes del profesor Dr. Cortiñas, de la UNED (que recogen los datos reales del empleo en términos de Contabilidad Nacional y la estimación del comportamiento que habría tenido el empleo de no haberse llevado a cabo la reforma de laboral de 2012), que con el efecto indirecto por mejora del entorno económico y expectativas se amplió hasta casi 3 millones de nuevos puestos de trabajo, según el dato de afiliados a la Seguridad Social.
Ahora, de aprobarse la contrarreforma, sucederá a la inversa. Así, en un escenario de estancamiento económico como es al que vamos, especialmente si no se impulsan reformas profundas que permitan seguir avanzando, aun manteniendo la reforma laboral nos encontraremos con un escenario de débil crecimiento en los próximos siete ejercicios (incluyendo 2019), donde los crecimientos del PIB se moverán ligeramente por encima del 1%, donde el empleo crecerá algo por debajo del 1%, que permitiría un crecimiento del empleo, hasta 2025, como señalan los cálculos del profesor Dr. Cortiñas, de la UNED.
Ahora bien, en ese mismo escenario de estancamiento, si se produce la contrarreforma, las consecuencias serán mucho peores: el crecimiento del PIB se quedará claramente por debajo del 1%, con dos años, 2021 y 2022 de especial estancamiento, que provocará que en esos años se destruya empleo. Adicionalmente, en el conjunto del período, el empleo se estancará, y debido a la contrarreforma laboral habría un impacto negativo de 1 millón de empleos creados menos.
Cada año, así, dejarían de crearse más de 100.000 puestos de trabajo que sí podrían generarse de mantenerse la reforma laboral sin derogar, provocado por una pérdida anual de alrededor de 2 décimas de PIB.
Por tanto, si al final Sánchez sacase adelante su contrarreforma laboral, ésta, junto con el resto de su nociva política económica, provocará que la economía se frene en 2 décimas cada año y que dejen de crearse 1 millón de puestos de trabajo.