El Brexit está causando un serio problema a las empresas británicas, que cada vez tienen más difícil encontrar y retener mano de obra. La mejor prueba de ellos es que los salarios han crecido a un ritmo de un 3,4% en el último trimestre del año, el mayor repunte en el crecimiento desde 2008. La causa parece encontrarse en el deseo de las compañías en retener a sus actuales trabajadores, teniendo en cuenta lo difícil que resulta encontrar empleados. De hecho, la tasa de desempleo está en el 4%, el nivel más bajo desde 1975, y que puede calificarse de pleno empleo.
En 2018, la economía inglesa generó 450.000 empleos y en los últimos tres meses las personas que encontraron trabajo se cifran en 167.000. Pero lo que a todas luces parecen buenas noticias, tiene un telón de fondo preocupante para las empresas, que consideran que, dependiendo de la resolución del Brexit, van a tener complicado retener a los trabajadores que procedan de otros países.
La creación de empleo choca con la desaceleración que vive la economía británica desde el referéndum de junio de 2016. Pero lo que comienza a preocupar a los expertos es el fuerte aumento de los salarios que lleva implícito la dificultad para retener trabajadores. A las empresas británicas le cuesta cada vez más encontrar mano de obra.
Pese a que la economía y la demanda se ralentizan, no pueden ajustar los costes salariales ante la escasez de trabajadores. El aumento de los salarios sin un acompañamiento del crecimiento del PIB genera tensiones inflacionistas y el Banco de Inglaterra ya prepara una subida de tipos de interés para frenar esa tendencia.
Los puestos vacantes de empleo han aumentado en 16.000 durante los últimos tres meses del 2018 y alcanzan ya un récord histórico de 870.000 plazas sin cubrir. Este dato se entiende mucho mejor si se observa que la salida de trabajadores de la Unión Europea alcanzó los 61.000 en los últimos tres meses del pasado curso.