En términos económicos, Madrid y Cataluña son los dos principales polos de actividad de nuestro país. Sin embargo, la deriva institucional que ha experimentado la región mediterránea a raíz del auge independentista está minando parte de su dinamismo productivo, mientras que la comunidad de la capital nacional acumula ya quince años de estabilidad bajo el modelo liberal desarrollado por Esperanza Aguirre y mantenido por sus sucesores en la Puerta del Sol.
La diferencia entre el pulso de la economía de ambos territorios parece evidente cuando analizamos las cifras del Instituto Nacional de Estadística que desglosan la creación de empresas en una y otra autonomía. Y es que, mientras Madrid sigue ampliando su base mercantil, Cataluña experimenta cifras negativas que confirman el achicamiento de su tejido productivo.
De acuerdo con la estadística final para el año 2018, el diferencial entre Madrid y Cataluña fue muy significativo: mientras que en el territorio gobernado por Ángel Garrido se experimentó un aumento del 6% en el número de empresas creadas, la autonomía gestionada por Quim Torra vivió un retroceso del 5,1%.
El capital suscrito también es un indicador clave para estudiar esta cuestión. En Cataluña, el 2018 se cerró en una media de 41.900 euros por cada empresa nueva, mientras que en Madrid se dieron cifras mucho mayores, con una media de 54.100 euros por cada sociedad constituida a lo largo del ejercicio.
Un 2018 mediocre
En toda España, la creación de empresas tuvo un año relativamente mediocre, con un aumento interanual del 0,7%, marcadamente por debajo de las tasas de crecimiento del conjunto de la economía. En cuanto a las ampliaciones de capital, el número de operaciones de este tipo subió simplemente un 0,7%. Peor aún: el capital suscrito en dichas ampliaciones fue un 31% más bajo, una caída idéntica a la del capital medio de las nuevas empresas creadas durante 2018.
El 20,8% de las sociedades mercantiles creadas en 2018 correspondió al comercio y el 14,9% a inmobiliarias, financieras y seguros. Entre las empresas disueltas, el 21,6% correspondió al comercio y el 15,2% supuso el adiós de firmas vinculadas a la construcción.