Durante años, la izquierda española criticó la reforma laboral de 2012 argumentando que no serviría para crear empleo. Ese discurso entró en decadencia a partir de 2013 y 2014, conforme la economía ibérica empezó a reducir su tasa de paro a un ritmo cada vez más acelerado. Sin embargo, la izquierda siguió pronunciándose en contra de la flexibilización introducida por el gobierno de Mariano Rajoy y popularizó la idea de que la creación de empleo se basaba en la precarización del mismo.
Los datos del corto plazo parecían darle la razón a la izquierda, puesto que alrededor del 80% o 90% de los contratos suscritos cada mes acostumbran a ser de naturaleza temporal. Sin embargo, esta evaluación ignora que, con el paso del tiempo, el grueso de los contratos indefinidos siguen en pie, de modo que se produce una progresiva acumulación de puestos de trabajo de mayor estabilidad.
Para entenderlo mejor, fijémonos en la creación de empleo registrada en los últimos cuatro años. La fuente empleada es la Encuesta de Población Activa y los datos reflejados corresponden al último trimestre del año. Durante el período analizado, que va de la comparativa interanual 2014-2015 a la de 2017-2018, España creó 1,97 millones de puestos de trabajo, de los que un 53,9% fueron de índole permanente.
Entre 2014 y 2015, el porcentaje de empleo indefinido creado en nuestro país fue del 33,7%, siendo el trabajo temporal el 66,3% restante. El porcentaje de trabajo permanente empezó a subir con el paso del tiempo, llegando al 42,8% entre 2015 y 2016 y al 66,6% entre 2016 y 2017. Esa tendencia se redondeó entre 2017 y 2018, con un 68,5% de empleo indefinido.
El falso relato de la precarización
Se cae, por tanto, el relato según el cual el grueso del empleo indefinido se crea con recurso al trabajo temporal. Lejos de producirse un giro a la precariedad, el trabajo permanente gana cada vez más peso y, entre 2017 y 2018, supone casi siete de cada diez nuevos empleos.
De hecho, si tenemos en cuenta las cifras absolutas, vemos que el empleo indefinido está en máximos históricos, puesto que ha rebasado por primera vez la barrera de los 12 millones de trabajadores. Para este tipo de contrato, el pico de la serie se alcanza en 2008, con 11,9 millones de empleos indefinidos. Desde entonces se produce un descenso hasta los 10,8 millones de 2013, antesala del crecimiento sostenido de los años 2014 a 2018.
Por el contrario, el empleo temporal ha caído de 5,6 millones de personas a finales de 2006 a un mínimo de 3,3 millones de ocupados en 2012. Desde entonces, esta cifra ha subido hasta llegar a los 4,4 millones de asalariados con contrato temporal. Por tanto, aunque ya se ha recuperado todo el empleo indefinido, aún faltan 1,2 millones de empleos temporales para igualar los registros previos a la crisis.
Si consideramos el total de ocupados, vemos que el porcentaje de empleo indefinido llega al 73%, porcentaje muy similar al 72% de 2008 y superior al 66-67% observado entre 2004 y 2007, en plena burbuja económica. De modo que también esta métrica desmonta la tesis según la cual la reforma laboral nos ha conducido a una creciente precarización del empleo.
En cuanto a la ganancia media anual por trabajador, esta rúbrica ha subido entre 2012 y 2016 para los dos tipos de contrato: pasa de 24.277 a 24.516 en el empleo indefinido y sube de 15.893 a 16.567 euros en el empleo temporal.