El Gobierno de Pedro Sánchez afronta esta semana el debate de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) desde una posición que se inició en la disposición de Sánchez en ceder ante el chantaje de los independentistas y que ha llegado hasta una actitud que intolerable, tras acceder a las exigencias separatistas para que participe un mediador internacional -ellos lo llaman relator- en reuniones entre el Gobierno de España y un gobierno regional como es el catalán.
Y ese hecho no llegaría solo, porque de la mano aparecería otra circunstancia lamentable, pues también quebraría la prosperidad de todos los españoles, poniendo en peligro los puestos de trabajo que tienen, muchos generados tras la crisis, donde hubo gran sufrimiento, donde llegó a haber más de seis millones de parados y donde la situación de muchas familias se volvió dramática.
Costó mucho hacer que España recuperase un crecimiento económico potente y que el sector privado pudiese crear tres millones de puestos de trabajo, con esfuerzo y con el trabajo de cada día de empresarios, autónomos, profesionales y trabajadores, como para que ahora venga este Gobierno dispuesto a hacer tabla rasa y a anular las reformas que dieron buenos frutos, como la reforma laboral.
Sánchez se ha empeñado en hundir la economía, como Zapatero, y se está aplicando a ello con su absurda política económica. Aunque todavía no se muestra del todo, la desaceleración económica lleva meses produciéndose: todos los indicadores así lo ratifican. Los síntomas de desaceleración son evidentes:
- La creación de empresas cae un 23% desde que Sánchez llegó al Gobierno.
- La destrucción de empresas (empresas disueltas) crece un 73% desde que se produjo la moción de censura que llevó a los socialistas al Gobierno.
- La inversión extranjera recibida es sólo la tercera parte de las inversiones que llegaban justo antes de la moción de censura.
- También empeora la entrada de pedidos en la industria, con una caída de más del 2% en los bienes de equipo, básicos para la inversión.
- Cae el Índice de Producción industrial más de un 2%, con la producción de bienes de consumo duradero cayendo más de un 10% y la producción de bienes de equipo cayendo más de un 3%, que denota el empeoramiento de confianza y expectativas.
- Disminuye el IPC, que muestra ya la atonía de la demanda.
- Pese al retraso que lleva siempre el empleo, incluso en la EPA se ve la desaceleración, donde de crearse casi 200.000 empleos en un trimestre, pasan en el último a crear sólo poco más de 35.000, con importante destrucción de empleo en los dos sectores principales de la economía: la industria y los servicios.
- La afiliación a la Seguridad Social muestra que en enero se destruyeron casi 205.000 puestos de trabajo, es decir, 6.828 empleos menos al día.
- La propia contabilidad nacional, en sus datos de avance, muestra el deterioro de la actividad económica, por mucho que maquillen el dato global: se hunde un 37,5% el consumo de los hogares, cae la inversión 2 décimas (cuando justo antes de la moción de censura crecía un 3%), cae la industria casi un punto de PIB, la construcción empeora un 25% y el comercio disminuye su crecimiento un 83%. Sólo sostienen el crecimiento aumentando un 50% el gasto público, es decir, endeudando más a los españoles y, perjudicando el crecimiento.
- Así, la Comisión Europea, en sus previsiones de invierno, ha rebajado las previsiones de crecimiento de España una décima más, tanto para 2019 (2,1%) como para 2020 (1,9%), fruto del debilitamiento del consumo de los hogares y de las incertidumbres que se han generado.
Desaceleración y futura crisis
Todo ello, muestra que nos encontramos en una clara desaceleración, la cual puede evitarse e impedir que siga el deterioro de la economía española siempre que se hagan las reformas que precisa la economía, que doten a la misma de la agilidad necesaria para poder estar preparada para resistir mejor en tiempos de crisis y avanzar más en la parte alcista del ciclo económico.
Sin embargo, el insistir en el grave error de la subida del 22,3% del salario mínimo y en otras medidas nocivas para la economía, sólo abren la puerta a que lo que ha sido crecimiento y ahora desaceleración, pase a ser una caída de la actividad económica y del empleo.
Medidas tan contraproducentes como las que contienen los PGE con la importante subida del gasto y la terrible subida de impuestos, que, además, sólo hará caer la actividad económica y, con ello, la recaudación. Es más, ese gasto se convertirá en estructural, pero los ingresos que han dibujado no se materializarán, con lo que el déficit y deuda serán todavía mayores, que nos llevará a incumplir los objetivos de estabilidad y a que Europa considere que tenemos que volver a estar dentro del protocolo de déficit público excesivo.
Si no hay rectificación de la política económica de Sánchez, hay una elevada probabilidad de que vuelva a repetirse la historia y tengamos, de nuevo, una crisis económica, cuya intensidad podrá ser mayor o menor que la anterior -que fue muy dura-, pero que, si sucede, supondrá haber dilapidado todo el esfuerzo de los españoles a lo largo de todos estos años, primero de crisis y luego de recuperación. Además, si llega de nuevo la crisis, llegará en esta ocasión con un nivel de deuda de casi el 100% del PIB, que deja sin margen de maniobra a la economía.