El Producto Interior Bruto (PIB) de Italia registró una caída del 0,2 % en el cuarto trimestre de 2018, lo que supone que la economía del país entra oficialmente en recesión técnica, pues suma dos trimestres consecutivos en números rojos. El Instituto Nacional de Estadística italiano (Istat) publicó hoy este dato, que es provisional y que se añade a la caída del 0,1 % que el PIB registró en el tercer trimestre de 2018 frente al segundo.
"No estoy preocupado, es una contracción que estaba prevista y que está ligada a factores transitorios y externos a nuestra gestión", afirmó el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, rechazando cualquier responsabilidad de su Gobierno. Se trata del peor dato en los últimos cuatro años, pues Italia ya estuvo en recesión técnica en 2014, cuando el PIB se contrajo también un 0,2 % en el segundo trimestre del año respecto al primero, y en el primero lo había hecho un 0,1 % frente al último de 2013.
La noticia ya había sido adelantada por el Ejecutivo italiano el miércoles y aún así no ha sentado bien a los inversores, que han optado por las ventas y el índice selectivo FTSE MIB de la Bolsa de Milán caía un 0,68 % a las 13.54 horas locales (12.54 GMT), hasta situarse en los 19.636,44 puntos. Consciente del jarro de agua fría que el número iba a suponer, el primer ministro italiano intentó ya justificar ayer estas malas cifras, argumentando que en ningún caso era responsabilidad de su Administración, sino de gestiones anteriores y de factores coyunturales que están demostrando que la economía global está perdiendo fuelle.
Citó a Alemania, que ha rebajado sus previsiones de crecimiento para 2019 al 1 % del PIB, frente al 1,8 % anteriormente estimado; o China, que está experimentando una desaceleración económica. Ninguno de los anteriores países tiene, por el momento, un PIB negativo y la falta de crecimiento en Italia se une a una serie de factores preocupantes, empezando por la delicada situación de su sistema bancario.
Y es que los bancos italianos son los principales tenedores de bonos del Tesoro, pues poseen alrededor del 20 % de la elevada deuda del país, que supera el 130 % del PIB y que en noviembre de 2018 era de 2.345.300 millones. En este contexto, los inversores miran desde principios de año con atención a Banca Carige, que está intervenida por el Banco Central Europeo (BCE), después de que no consiguiera aprobar una ampliación de capital de 400 millones de euros y una emisión de bonos.
Los gestores de Carige trabajan actualmente para elaborar un plan industrial y reducir la cartera de créditos deteriorados, y su objetivo es "disponer de un ratio de exposiciones dudosas (NPE) de entre un 5 % y un 10 %" a finales de 2019. Además, el BCE también advirtió recientemente de la débil posición de capital del banco Monte dei Paschi di Siena, recapitalizado cautelarmente en 2017, y mostró dudas sobre su capacidad para lograr los resultados del plan de reestructuración.
El ministro de Economía, Giovanni Tria, ha tratado en los últimos días de transmitir confianza a los mercados, asegurando que el sistema bancario italiano es sólido y que solo hay algunos problemas con "una o dos entidades pequeñas o medianas" que se van a solucionar. Paralelamente, este jueves se conoció que la tasa de desempleo bajó en Italia hasta el 10,3 % en diciembre, 0,2 puntos porcentuales menos respecto a noviembre, pero el paro juvenil sigue siendo elevado y la tasa se alzó hasta el 31,9 %, es decir, 0,1 puntos porcentuales más frente a noviembre.
El Gobierno confía en que la economía recupere impulso con las medidas incluidas en los Presupuestos Generales y que van a implementar a partir de marzo, como el subsidio al desempleo o la reforma del sistema de pensiones, con las que pretenden renovar el mercado laboral y se fomentar el consumo. Las dos formaciones que lideran el país, el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga, estiman un crecimiento del 1 % para 2019, mientras que organismos como el Banco de Italia o el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticinan que lo hará solo un 0,6 %.
El presidente de la patronal italiana, Vincenzo Boccia, urgió al Ejecutivo a "reaccionar cuanto antes" para compensar la ralentización de la economía global y de Italia, mientras que la secretaria general del sindicato Cisl, Annamaria Furlan, opinó que "el dato del PIB es preocupante y pone en riesgo el nivel de ocupación".