El cambio climático es uno de los temas que más se toca en el Foro Económico Mundial de Davos, aunque dicha cita no se ha caracterizado este año por predicar con el ejemplo. Empresarios y políticos han viajado hasta la pequeña estación de esquí suiza en aviones privados. En total, este año se ha marcado un nuevo récord al superar los 1.500 vuelos privados durante la semana que ha durado el foro, tal y como anuncia Air Charter Service (ACS). Son 200 vuelos más que hace solo doce meses. Pero esto no es todo. Después de aterrizar en Zúrich, muchos son los que deciden coger un helicóptero para llegar a Davos, que está a dos horas en tren.
La demanda de aviones privados durante la pasada semana supera, de lejos, a cualquier otro evento de renombre como la Super Bowl o la final de la Champions League. "Incluso tenemos reservas de Hong Kong, India o Estados Unidos. Ningún otro evento tiene un alcance internacional como este", indicó Andy Christie, responsable de ACS en un comunicado. La polémica generada ha hecho que los organizadores hayan tenido que asegurar que compensarán las emisiones que supone cada vuelo con iniciativas a favor del medio ambiente. Por ejemplo, este año subvencionaron el tren para los asistentes.
Según el IIASA, que realizó un estudio del impacto que tienen los viajes de entre 500 y 1.000 kilómetros, el avión es el que tiene el mayor impacto en la contaminación por distancia recorrida. Los cálculos revelan que, en un trayecto entre Madrid y París, un avión puede emitir unos 266 kilogramos de CO2. "El viaje aéreo tiene de lejos el mayor impacto sobre el clima por distancia viajada", pues puede producir estelas y cirros (un tipo de nube), que influyen sobre el clima y la capa de ozono, según esta organización.
El lujo del Foro Davos
Durante cuatro días, 5.000 agentes de seguridad blindan la localidad suiza y la población se triplica, pasando de 11.000 a 30.000. Una de las fiestas más cotizadas, según un reportaje de The Telegraph, es la que organizan el milmillonario ruso Oleg Deripaska y el financiero británico Nat Rothschild, consistente en "interminables servicios del mejor champagne, vodka y caviar ruso entre danzas de cosacos y modelos". En la de 2015 tuvo que ir la Policía a calmar los ánimos. Pero no es la única. Están también las de JP Morgan o Thomson Reuters. En 2017, Google contrató a Idriss Elba como Dj para la suya y los asistentes probaron, entre otras cosas, canapés de tiburón.
Otro ejemplo del exceso es el Steigenberger Grandhotel Belvédère, uno de los lugares donde se celebran algunas de las múltiples reuniones. Allí un perrito caliente con pepinillos, cebolla y mostaza sale a 35 euros y la ensalada César con pollo y parmesano a 55...