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La "triangulación perturbadora" de Moncloa que intenta enterrar el caso BBVA

Los medios piden la cabeza de Francisco González pero nada dicen de la conspiración lanzada por Moncloa, el verdadero asalto al BBVA.

Los medios piden la cabeza de Francisco González pero nada dicen de la conspiración lanzada por Moncloa, el verdadero asalto al BBVA.
Zapatero (arriba), junto a Carlos Arenillas (izq) y Javier Ruiz (derecha arriba) y Miguel Sebastián | Archivo

Agencias de noticias, periódicos generalistas y económicos, informativos de televisión y tertulias radiofónicas ponen su atención en estos días sobre el presidente de honor del BBVA, Francisco González, debido a los supuestos servicios encargados durante los años 2004 y 2005 al excomisario José Manuel Villarejo, en el momento en que sufría un intento de asalto a la entidad que presidía.

La discusión en estos medios de comunicación se centra en Francisco González y si debe dimitir o no como presidente honorífico. También se discute si debe o no ser procesado en virtud de las sospechas que existen de que contrató los servicios del excomisario Villarejo, pero poco o nada se habla del intento de asalto que sufrió el banco en aquellos años y que provocó la reacción de inteligencia de la entidad financiera en un intento por proteger el interés de los accionistas. Algo que no deja de extrañar dada la magnitud de las implicaciones que tenía aquel asalto.

Zapatero y los cuatro del Ibex

Cuando Zapatero llega al poder en 2004 tras los atentados del 11-M, fija su atención en cuatro empresas y sus respectivos presidentes. Así, decide hacer caer a César Alierta, presidente de Telefónica, Manuel Pizarro, presidente de Endesa, Alfonso Cortina, presidente de Repsol y Francisco González, presidente de BBVA.

Tal y como contó Carmen Tomás en OPA a Endesa (La Esfera de los Libros 2006), Alierta logró sortear el ataque. Zapatero quería en el puesto a Amparo Moraleda, presidenta de la multinacional IBM en España y Portugal, pero Alierta se adelantó a la jugada y vendió los derechos de emisión del Mundial de Fútbol de Alemania a La Sexta (empeño personal de Zapatero) con la condición de que los compartiera con la televisión de pago de Prisa. Esto fue suficiente para que Zapatero desistiese. No sucedió así con Alfonso Cortina a quien liquidaron con la ayuda de La Caixa. El intento de laminar a Pizarro al frente de Endesa con la famosa OPA de Gas Natural se saldó con una defensa numantina de Pizarro, la entrada de E-On y Acciona y un nuevo fracaso de Gas Natural.

El otro objetivo de Zapatero y los suyos era Francisco González, presidente del BBVA. FG, como se le conoce en el gremio, pasó de ser agente de cambio y bolsa con su propia firma (FG Valores), a ser nombrado por el gobierno de Aznar presidente de Argentaria, banco semipúblico. Se produce la fusión con BBV, y Francisco González se hace con todo el poder sacando de la ecuación al presidente del BBV Emilio de Ybarra tras el caso de los planes de pensiones millonarios domiciliados en paraísos fiscales.

Fue entonces cuando comenzaron los problemas de FG, porque al hacerse con todo el poder en BBVA, despide al jefe del servicio de estudios del banco, Miguel Sebastián, por hacer análisis ideológicos que nada tenían que ver con la opinión del banco. Algo que Sebastián no perdonó. Hoy, años después, continúan las consecuencias de aquello.

Y comenzaron a desencadenarse una serie de acontecimientos que dieron a Sebastián la oportunidad de vengarse. Recién despedido del BBVA, Zapatero –todavía en la oposición– le ficha como asesor económico. De ahí a redactar el programa económico del PSOE para las elecciones y tras ganarlas, pasa directamente a la Moncloa como jefe de la Oficina Económica de Moncloa.

Con el poder en la mano, Sebastián no tarda en urdir un plan para arrebatar el BBVA a Francisco González. Zapatero podría colocar en la presidencia a un empresario afín y Sebastián conseguiría vengarse.

El primer paso fue recuperar un dossier, un informe sobre supuestas irregularidades contables en la venta de la sociedad FG Valores a Merrill Lynch, venta que llevó a cabo Francisco González antes de ser nombrado presidente de Argentaria. Ese informe, urdido por enemigos del banquero, había sido desechado por varios medios de comunicación por infundado, según cuenta Tomás en su libro OPA a Endesa.

La triangulación perturbadora

Estos acontecimientos desembocan en la famosa "triangulación perturbadora" que denunció Manuel Conthe cuando se despidió de la presidencia de la CNMV en abril de 2007. Esa triangulación tenía tres vértices: La Oficina Económica de Moncloa (Miguel Sebastián), la CNMV (Carlos Arenillas) y la cadena SER (el periodista Javier Ruiz).

Desempolvado el dossier contra FG en la oficina económica de Moncloa, Sebastián trata de que los medios de comunicación afines lo difundan. Y sube la intensidad cuando manda de emisario a Javier Ruiz –entonces redactor jefe en la SER– para hacer llegar a la CNMV el ya famoso dossier contra FG. Así lo cuenta Tomás en OPA a Endesa y así lo desveló Conthe en su despedida –eso sí, sin dar nombres–.

Estando Cándido Conde Pumpido en la Fiscalía General del Estado, la encerrona parecía infalible. Pumpido anima a Anticorrupción a que incoe diligencias cuando la CNMV en enero de 2005 decide abrir una investigación sobre las supuestas irregularidades en la venta de FG Valores. Pero aquí se cae la opción, porque el caso se archiva por no encontrar indicios de irregularidades y advertir de que, de existir, habrían prescrito.

Para colmo, al día siguiente Conthe denuncia presiones para procesar a Francisco González. En octubre de 2007 era el propio Juan Luis Cebrián, presidente de Prisa, quien denuncia en un acto público el intento de asalto de Zapatero del espectro financiero y mediático. Atribuyó a "brujos visitadores de la Moncloa" el intento de asalto al BBVA y Endesa. No perdonaba a Zapatero la adjudicación de La Sexta a Barroso.

FG ¿el malo?

Siendo esto información publicada y denunciada por alguno de los que lo vivieron en primera persona, como Manuel Conthe, ver en estos días a Miguel Sebastián contratando a un exministro socialista, como Francisco Caamaño, para ir contra Francisco González por un supuesto espionaje, no deja de sorprender. Más aún sorprende que la historia de tráfico de influencias, conspiración y abuso de poder no haya pasado por tribunal alguno.

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